Los pequeños comercios del casco histórico hacen frente a la llegada de grandes franquicias: "La Laguna ya no es La Laguna"

Cafeterías, dulcerías y mercerías de toda la vida reconocen que cada día es más difícil sobrevivir por la fuerte competencia de multinacionales

Lucia Hernández Peraza

Tenerife - Publicado el

5 min lectura

Comercios y establecimientos de San Cristóbal de La Laguna amanecen cada día un poco más preocupados: se están dando cuenta que el negocio que tenían al lado del suyo, su vecino, ya no es el café, el bar o el comercio de toda la vida. Las franquicias han ido conquistando terreno para ofrecer sus productos. De hecho, en las últimas semanas se viene rumiando la apertura de dos nuevas hamburgueserías de este estilo, de grandes multinacionales. En Herrera COPE Canarias y en Herrera en COPE Tenerife hemos querido acercarnos a algunos de estos pequeños locales para preguntarles cómo viven el acecho de las grandes empresas. 

EL PRIMER CAFÉ DE LA MAÑANA

El Rincón del Lagunero abría sus puertas a primera hora de la mañana. No quedaban muchas mesas libres, y la plantilla de camareros corría apurada para servir los primeros cafés. Llamaba la atención la cercanía con la que saludaban a los clientes, fruto de años de trabajo, de ofrecer algo más que un simple cortado  y sobre todo, de pertenecer al barrio. "Nosotros por lo menos tenemos esa suerte, de que tenemos mucho boca a boca y casi todos los días estamos llenos a tope", comenta Natalia, una de las camareras. 

Sí se ha notado un poco ese cambio, sobre todo en en calles secundarias, hay pequeños locales que se ven cerrados"

Natalia

Camarera en El Rincón del Lagunero

Sobre las franquicias, Natalia defiende que las cafeterías tradicionales tienen un distintivo único, que no es otro que el calor de un local de los de toda la vida, eso es lo que les mantiene en pie, y al menos, lo que les mantiene con vida. Sin embargo reconoce que sí está teniendo impacto sobre otro tipo de comercios: "Llevo unos tres, cuatro añitos por aquí y sí se ha notado un poco ese cambio, sobre todo en calles secundarias, donde hay pequeños locales que se ven cerrados".

Lucía Peraza

El Rincón Lagunero, San Cristóbal de La Laguna

Un precio razonable, la atención, servir de punto de encuentro de vecinos... Muchas son las razones para acudir a cafeterías como esta, donde incluso Natalia confiesa que la familiaridad es tanta, que ya algunos clientes tienen un cortado a su propio nombre: "Tenemos uno que le decimos el IKEA, porque le ponemos el café aparte, la leche aparte, y ella misma se lo monta". 

DULCERÍAS DE TODA LA VIDA

La Dulcería La Catedral ha conseguido sobrevivir. En su caso, hace unos meses, sus dueños decidieron cerrarla después de muchísimos años de dedicación porque se querían jubilar. Los vecinos respondieron con mucha pena, ya que era uno de los negocios emblemáticos de La Laguna. Por suerte, uno de los proveedores decidió quedarse con ella y volvió a abrir sus puertas. "La gente lo ha recibido con muchísimo cariño, de hecho, después de tantos meses todavía hay un montón de gente que llega todos los días diciendo que venían a esta dulcería desde pequeñitas, que venían con su madre...", explica Cathaysa, una empleada.

Lucía Peraza

Dulcería La Catedral, San Cristóbal de La Laguna

"Sí es verdad que me he fijado que aquí en La Laguna pasa mucho, en plan, que muchos negocios de toda la vida, a lo mejor los hijos no quieren seguir con el negocio o se ven apurados por temas de alquiler". Argumenta que las multinacionales y las franquicias hacen presión, por lo que entiende que es normal que se vayan perdiendo negocios pequeños. De hecho, justo frente a las puertas de este emblemático local con olor a rosquete casero, se está tramando la apertura de una reconocida hamburguesería de firma internacional. 

Venía gente pidiéndole trozos de papel de envolver de la dulcería para llevarse un recuerdo"

Cathaysa 

Empleada Dulcería La Catedral

"Me acuerdo de decirme una de las antiguas dependientas que estuvo aquí hace muchos años, que sigue trabajando aquí, que venía gente pidiéndole trozos de papel de envolver de la dulcería para llevarse un recuerdo de la sensación que les daba", explica Cathaysa sobre el momento en que se anunció su cierre. Por suerte, los vecinos pueden seguir comprando los dulces laguneros clásicos, los hojaldres y los que están rellenos de cabello de ángel. La dependienta explica que no por ello, sus jefes han dejado de innovar: "Ahora traen de guayaba y chocolate. Están guays".

EL PEQUEÑO COMERCIO

Si así sobreviven las cafeterías y tiendas de alimentación, imagínense la lucha que tienen los pequeños comercios de ropa por mantenerse con vida frente a la presión de las grandes firmas. Rosario está jubilada. Por suerte, ella ha dejado su Mercería-Lencería San Agustín, que abrió sus puertas hace 37 años, a manos de su hijo y una empleada. "La Laguna vive fatal últimamente. No han puesto nada más que tiendas que no son valiosas. Las antiguas las han quitado, se están pagando unos impuestos tremendos, poniendo franquicias. La Laguna ya no es La Laguna". 

Lucía Peraza

Mercería-lencería San Agustín, San Cristóbal de La Laguna

Para Rosario la diferencia de lo que ofrece su tienda a lo que se ofrece otro establecimiento de moda, que podemos encontrar en un centro comercial, está en la calidad y en la atención. Sin embargo, parece que esto no es suficiente para competir con las grandes ligas: "Si no nos ayudan, no nos apoyan, están acabando con nuestra ciudad. Tiendas que no son valiosas, nada más que franquicias". Ella explica que solo quedan tres mercerías en el barrio: "Todas las tiendas antiguas, ni a los hijos se las han dejado porque los impuestos es algo exagerado". 

Yo nací trabajando en unas tiendas buenísimas. Ahora nada más que arretrancos y basura, nada más"

Rosario

Propietaria Mercería-Lencería San Agustín

Cuando Rosario defiende al pequeño comercio, se nota que lo hace desde el amor a su tienda, que fue la que le dio de comer. Lamenta que todo ese trabajo se eche a perder, como el de tantas familias: "Estoy enfadada porque no comparto esto. Yo nací trabajando en unas tiendas buenísimas, unas telas buenísimas, ropa buenísima. Ahora nada más que arretrancos y basura, nada más. No hay una tienda que digas tú, bueno. Está mal que yo lo diga. La mía es viejita, pero la mercancía es la mejor de España, eso te lo puedo garantizar". Rosario desea que el pequeño comercio se proteja, para que no se pierda este patrimonio que también forma parte de la historia de La Laguna.