turismo

1 de cada 3 trabajadores de baja en un hotel del sur de Tenerife: los sindicatos denuncian que la situación es límite

El caso de este complejo hotelero  destapa un problema estructural de sobrecarga laboral, vivienda y falta de personal que se extiende por el sur de la isla

(Foto de ARCHIVO)Imagen de una usuaria abriendo la puerta de su habitación de hotel.REMITIDA / HANDOUT por JUNTA DE ANDALUCÍAFotografía remitida a medios de comunicación exclusivamente para ilustrar la noticia a la que hace referencia la imagen, y citando la procedencia de la imagen en la firma19/3/2025
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Entrevista Manuel Fitas

Guillermo García

Tenerife - Publicado el

4 min lectura8:51 min escucha

La situación en el Hotel Tamaimo Tropical se ha convertido en paradigmática de los problemas de recursos humanos que tiene el sector en Canarias. Con aproximadamente 40 de sus 120 trabajadores de baja, lo que representa un tercio de la plantilla, este establecimiento del sur de Tenerife se ha convertido en el epicentro de una crisis que amenaza con extenderse. De esas bajas, 25 corresponden a camareras de piso, uno de los colectivos más castigados por la dureza de sus condiciones laborales. Este caso, que a primera vista podría parecer aislado, es en realidad la punta del iceberg de un problema mucho más profundo que afecta a la principal industria de Canarias y que los sindicatos llevan años denunciando: la combinación de sobrecarga laboral, la crisis de acceso a la vivienda y la falta de personal cualificado.

Un problema extendido en el sector

Manuel Fitas, secretario de organización de la Federación Sindical Canaria, confirma que, aunque el caso del Tamaimo Tropical está “ligeramente por encima” de la media, no es una anomalía. Según los datos que maneja el sindicato, en Canarias la media de trabajadores en situación de incapacidad temporal (IT) se mueve entre el 15% y el 20%. Sin embargo, esta cifra se dispara hasta el 30% en el colectivo específico de las camareras de piso. “Llevamos años avisando de que, o se toman medidas, o el sector acabará colapsando”, advierte Fitas. La situación es comparable a la de otras potencias turísticas como Baleares, donde el absentismo general en hostelería es del 15%, pero alcanza el 27,5% entre las limpiadoras de habitaciones.

El cóctel explosivo: sobrecarga, vivienda y salud

El origen de esta oleada de bajas es multifactorial, según la opinión del representante sindical. Por un lado, la sobrecarga física y mental a la que se ven sometidos los empleados es insostenible. Los datos del sector son demoledores: el 97% de las incapacidades están relacionadas con trastornos musculoesqueléticos y enfermedades de salud mental. Esta carga se ha visto agravada por la fuga de trabajadores que se produjo durante la pandemia. Muchos de los que se acogieron a los ERTE y regresaron a sus lugares de origen decidieron no volver al ver los desorbitados precios de la vivienda en las zonas turísticas, dejando un vacío que no se ha logrado cubrir.

El acceso a la vivienda se ha convertido en el principal obstáculo. Un trabajador del sector tiene que destinar hasta 1.200 euros al mes por un apartamento en el sur de la isla, lo que obliga a muchos a buscar alquileres asequibles en municipios lejanos, enfrentándose a dos horas diarias de carretera. Para Fitas, la ecuación es clara, y ni siquiera las subidas salariales pactadas en el convenio son suficientes para paliar el problema. "Mientras siga el mismo problema de acceso a la vivienda [...] esto no va a tener solución, por mucho que los empresarios sigan subiendo los salarios", sentencia.

Esto no va a tener solución por mucho que los empresarios sigan subiendo los salarios"

Manuel Fitas

Secretario de organización de la Federación Sindical Canaria

La pescadilla que se muerde la cola

El problema se agrava porque, según denuncian los sindicatos, las bajas no se cubren. Esta práctica, ya sea por falta de personal disponible o por una "picaresca" empresarial para ahorrar costes, genera una "sobrecarga tan brutal" sobre los empleados que continúan trabajando que, inevitablemente, acaban cayendo también de baja. "Es la pescadilla que se muerde la cola", describe Fitas. Las consecuencias ya son visibles: recientemente, un hotel de Lanzarote tuvo que cerrar dos plantas por no tener personal para atenderlas y muchos restaurantes se ven obligados a reducir sus horarios. El colapso, advierten, no es una amenaza lejana.

La situación ha generado una paradoja laboral: trabajadores con contratos fijos están pidiendo excedencias para irse a trabajar a través de Empresas de Trabajo Temporal (ETT), donde encuentran mayor flexibilidad para elegir turnos y horarios. Incluso ha surgido una picaresca fiscal, donde algunos empleados temporales controlan sus jornadas para no superar el umbral de ingresos que les obligaría a presentar la declaración de la renta. "Estamos en una situación muy complicada y si no se toman medidas urgentes, que ya llegan tarde, esto cada vez va a ir a peor", insiste el representante sindical, que pide acelerar la construcción de vivienda pública o de precio limitado para los trabajadores del sector.

Estamos en una situación muy complicada y si no se toman medidas urgentes, esto cada vez va a ir a peor"

Manuel Fitas

Secretario de organización de la Federación Sindical Canaria

Desde los sindicatos se insiste en la necesidad de mejorar las condiciones laborales, especialmente para las camareras de piso. Una de las herramientas clave ya existe: el actual convenio de hostelería, único en España, establece una medición de tiempos para regular y limitar el trabajo de este colectivo, pero su aplicación es todavía una tarea pendiente. Otras medidas pasan por mejorar la prevención de riesgos laborales con la instalación de camas elevables, una iniciativa para la que se comprometió una línea de subvenciones desde el Gobierno de Canarias.

Alamy Stock Photo

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Camareras de piso 

Inspirados por una cadena hotelera de Baleares que ha reducido con éxito el absentismo a la mitad, los sindicatos canarios han propuesto a la patronal una medida similar: que las camareras de piso mayores de 58 años vean reducida su jornada de 40 a 32 horas semanales manteniendo el mismo salario. Sin embargo, el objetivo principal sigue siendo la prejubilación del colectivo a los 58 años, un derecho ya reconocido para otros grupos como los conductores. La realidad, según Fita, es que es prácticamente imposible ver a una camarera de piso jubilarse a la edad reglamentaria debido al desgaste acumulado tras décadas de un trabajo extenuante.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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