Aprender a gestionar las emociones y disminuir la brecha digital en los niños en situación de vulnerabilidad a través de la interacción con un robot social con aspecto humanoide son dos de los objetivos del proyecto que han puesto en marcha a nivel nacional la empresa gijonesa de tecnología Alisys, la Fundación de Tecnologías Sociales (TECSOS), Cruz Roja y Cruz Roja Juventud.

UN ROBOT SOCIAL PARA EDUCAR Y ACOMPAÑAR

'Furhat' es un “robot social”, una máquina con aspecto humanoide orientada a la interacción social que tiene un lenguaje verbal y que es capaz de identificar a sus interlocutores y de adaptar la interacción a la persona con la que están trabajando.

La máquina, creada por la empresa gijonesa Alisys, es capaz de expresar y detectar emociones y “crea un vínculo con el usuario que no se crea con otro tipo de tecnología”, según ha señalado a EFE la directora de desarrollo de negocio de robótica de Alisys, Jorgina Díaz, que asegura que esta robótica “humaniza la tecnología”.

Esta tecnología facilita la disminución de la brecha digital y es capaz de realizar tareas repetitivas y rutinarias sin cansarse, afirma Díaz, que en el plano de su interacción con humanos pone el foco en que “los robots no juzgan” por lo que las personas cuentan más cosas y las respuestas que obtiene el robot son “más ricas” que las que obtendría un humano.

“Un niño puede trasladar una emoción o acción y el robot no lo va a juzgar. Con seres humanos ese pequeño juzgamiento está más presente”, apunta por su parte Paula Rivarés, directora de Cruz Roja Juventud Estatal, que ha formado parte de este proyecto que relaciona a los robots con los menores en situación de vulnerabilidad y que ha arrancado en Asturias.

60 NIÑOS DE GIJÓN Y LANGREO

El proyecto piloto se ha desarrollado este mes de noviembre en Asturias, donde sesenta menores de entre 6 y 16 años de Gijón y Langreo han participado en cuatro talleres en los que han aprendido diferentes expresiones faciales ligadas a las ocho emociones básicas: la alegría, la ira, la vergüenza, el amor, la aversión o asco, el miedo y la sorpresa.

Los menores han recibido una explicación sobre las principales emociones, cómo identificarlas y gestionarlas de manera saludable y, posteriormente, a través de juegos y dinámicas han aprendido cuáles son los rasgos faciales que permiten identificar o expresar las principales emociones.

Al inicio de los talleres el 28 % de los participantes aseguró sentirse asustado ante la interacción con 'Furhat', pero al final solo un 2 % volvió a sentir lo mismo; el 45% de los usuarios utilizó sobre todo la expresión “me ha entusiasmado” y la valoración global fue de 8,34 puntos sobre 10.

Los aspectos más valorados de la interacción fueron la expresividad de la cara, que el robot mira y parpadea cuando habla o que da confianza para contarle lo que se siente.

EDUCACIÓN EMOCIONAL E IGUALDAD DE OPORTUNIDADES

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Según Rivarés, en el proyecto se trabaja en el conocimiento de la educación emocional y en la igualdad de oportunidades, ya que “hay niños que por su situación no tienen ese acercamiento a la robótica o programación” y se les puede dar una oportunidad de cara a las nuevas profesiones del futuro.

“Trabajar con ellos desde edades muy tempranas todas esas educaciones emocionales va a favorecer su desarrollo personal en su situación más cotidiana”, asegura Rivarés, que destaca la importancia de que “el robot lo que hace es no juzgar” y ser paciente por lo que es más fácil transmitir sentimientos.