¿Te imaginas una investigación científica bajo cero? La Antártida es un lugar inóspito, pero tiene las condiciones perfectas para analizar, por ejemplo, el cambio climático o la evolución tectónica. El 22 de diciembre, 13 militares y una veintena de científicos partirán hacia la Base Antártica Española “Gabriel de Castilla”, en la Isla Decpeción. Allí van a permanecer 100 días, unos 4 meses. La expedición se presentaba hace unos días en Zaragoza.

Con 37 ediciones, es la misión exterior más antigua en la que participa el Ejército de Tierra. Y es un todo un ejemplo de colaboración entre científicos y militares. Sin apoyo logístico, sería imposible que los investigadores pudieran adentrarse en un terreno tan hostil.

Lo sabe bien el Sargento Primero Gutiérrez, que repite en la expedición como jefe del equipo de motores. Se ocupará del mantenimiento de los grupos electrógenos, tanto para los módulos de vida como los científicos; las embarcaciones y los motores fuera borda para el transporte de carga; y los vehículos tipo buggy para el transporte de material o personas dentro de la base.

En su última estancia, dejaron “todo preparado para la apertura”, pero ahora es el momento de ver “cómo ha afectado la climatología al cierre y al material que se ha quedado allí”, teniendo en cuenta que las temperaturas “oscilan entre 0 y -15 grados y el viento supera los 100km/h”. “El suelo se levanta y daña el material, es difícil saber qué nos vamos a encontrar, cada año varía”, señala, aunque confía en que en uno o dos días puedan poner la base operativa.

También repite el brigada José García Casay, responsable del área de instalaciones de mantenimiento de la base. Su trabajo es mantenerlas en condiciones adecuadas para que todos puedan trabajar: que haya abastecimiento de agua, luz, saneamiento y todos los equipos necesarios. Él también admite que nunca saben lo que se van a encontrar. “Está cerrada 8 meses, las condiciones de salinidad, nieve, temperatura y demás son duras, echar a rodar la base es un trabajo arduo, nos esperan muchas horas por delante para que empiece a funcionar”, asegura.

El personal proviene de toda la geografía española. En esta edición, tres de ellos están destinados en unidades aragonesas. ¿Pero cómo es el día a día en la Base cuando ya está operativa? Científicos y militares se reúnen cada jornada para planificar las salidas del día siguiente. “Nos levantamos, desayunamos y empezamos a movernos por la isla de acuerdo a la reunión del día anterior, vamos donde nos dicen que necesitan apoyos y, si podemos volvemos a comer a la base para que por la tarde los científicos puedan hacer su trabajo de gabinete, recopilar los datos y trabajarlos”, nos explica el teniente Coronel Ángel Alberto Prado, jefe de esta Campaña Antártica. Él es quien está al mando de la base y de la dotación militar.

INVESTIGACIÓN EN CONDICIONES EXTREMAS

En esta edición se van a desarrollar nueve proyectos de 'Ciencias de la Vida' y Calidad Ambiental', donde destaca el proyecto 'Perpantar', que estudia las consecuencias ecológicas y evolutivas de la personalidad en pingüinos antárticos en un mundo cambiante; 'Microairpolar2', que investiga la biogeografía, transporte y adaptación de microorganismos polares; o 'Radiant', que analiza el efecto de la radiación solar y la temperatura sobre la degradación de la biomasa macroalgal en intermareales sedimentarios de la Antártida.

Catalogados como 'Ciencias de la Tierra', existen cinco proyectos que estudian, entre otras materias, los efectos pasados y presentes del cambio climático e impacto humano en la geoquímica de la superficie terrestre en áreas libres de hielo de la Antártida; o la evolución tectónica de la Península Antártica Septentrional desde el Mioceno a la actualidad.

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'Ciencias Físicas' engloba seis proyectos que, entre otros, analizan los componentes atmosféricos en zonas polares y su impacto en el clima, la parametrización del albedo de la nieve y el hielo Antárticos, o la creación de generadores termoeléctricos autónomos para vigilancia volcánica.

Además, ofrecen servicios de apoyo a la campaña con vigilancia volcánica, monitorización térmica de suelos congelados, o mantenimiento de estaciones meteorológicas.

A pesar de las condiciones extremas (o precisamente por ellas) es ideal para llevar a cabo determinadas investigaciones, como asegura el rector de la Universidad de Zaragoza, José Antonio Mayoral. “Igual que cuando hablamos de experimentos en el espacio, en gravedad cero, la Antártida tiene unas condiciones únicas para hacer experimentos sobre el cambio climático porque es un detector”, señala. Mayoral tiene claro que estas condiciones son “díficiles, por no decir imposibles, de encontrar en otro lugar del planeta”.

Esas dificultades hacen que la presencia del Ejército sea imprenscidible. “Nuestra misión es mantener esa base en condiciones de vida para que la comunidad científica pueda hacer sus proyectos y apoyar a los investigadores en sus movimientos por la isla, es un terrtorio hostil e inóspito por sus condiciones meteorológicas y orográficas”, reitera el Teniente Coronel Prado.

COMO UN PEQUEÑO PUEBLO

La vida en esta base situada en la Isla Decepción es como la de un pequeño pueblo, pero sin electricidad ni sumimistros. Así que todas y cada una de las personas que acuden a esta misión son importantes, desde quienes mantienen en buen uso la calefacción o los sanitarios, hasta los cocineros que preparan la comida para toda la expedición.

Por ello, cuentan con “especialistas en todas las áreas necesarias”, apunta el teniente coronel Prado. Eso incluye los ya citados técnicos en motores o instalaciones, pero también veterinarios, imprescindibles para un proyecto como éste, ligado al medio ambiente; o personal médico “fundamental en un lugar tan alejado donde un accidente puede tener consecuencias graves, dado que el lugar habitado más cercano está a más de mil kilómetros y solo se puede acceder en barco”, explica.

De hecho, otros ejércitos colaboran también para que la misión sea un éxito, como explica el general Juan Carlos Olalla Simón, jefe de la Brigada Logística del Ejército de Tierra, cuyo cuartel general está en Zaragoza: “No podemos hacerlo solos, además del Ministerio de Ciencia e Innovación, tenemos el apoyo de la Armada, que colabora con los buques oceoanográficos para el transporte y movimiento del personal; y con la colaboración imprensidible y altruista de las fuerzas armadas de Chile y Argentina, en apoyo logístico y movimiento”.

La base, junto al Buque de Investigación Oceanográfica “Hespérides” y la Base “Juan Carlos I” constituyen las tres plataformas de investigación con las que España opera en la Antártida. Esta es una misión única, tanto por su lejanía a España, a más de 13 mil kilómetros; como por sus condiciones climáticas. En la edición anterior, el 3 de febrero el viento alcanzó los 102 km/h. La temperatura mínima en 2022 fue de 18 grados bajo cero.

Hasta ahora, han formado parte de las Campañas Antárticas 432 los militares, 33 de ellas mujeres. 120 de ellos lo han hecho de forma voluntaria.

En estas 36 ediciones ha habido además 232 videoconferencias con universidades, centros de formación profesional, institutos colegios, museos, medios de comunicación y asociaciones juveniles. Más de 130.000 personas de entre 4 y 85 años han podido seguir en vivo las peripecias de estos valientes. En 2002, el Comité Científico para la Investigación en la Antártida fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. En la última campaña, se apadrinaron más de 83 mil pingüinos.

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