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Villarquemado abre el Centro de Interpretación de la Batalla de Alfambra

El Presidente de Aragón visita el equipamiento que se conectará con el Museo de la Guerra de Teruel para hacer de la provincia una referencia pacifista

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GOBIERNO DE ARAGÓNCOPE TERUELVILLARQUEMADO

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 13:30

El Presidente de Aragón, Javier Lambán, ha celebrado la apertura del Centro de Interpretación de la Batalla de Alfambra cuya función principal es conservar la memoria del conflicto bélico desde un punto de vista didáctico y, desde las emociones, transmitir a las generaciones futuras la convicción de la brutalidad de la guerra como forma de resolver los conflictos.

Lambán ha alabado el impulso del alcalde de la localidad, Federico Serrano, a este equipamiento que, además de rememorar un duro episodio de la Guerra Civil, pretende generar actividades relacionadas con la Memoria de la Guerra y de la postguerra inmediata; encuentros entre especialistas en temas relacionados con el conflicto; sesiones dedicadas a educadores y maestras o maestros de todos los niveles educativos; exposiciones temáticas sobre temas tales como la sanidad de guerra, la evacuación de los refugiados, la literatura histórica generada, las armas enfrentadas, la correspondencia de los soldados con novias y madres, etc.

La batalla de Alfambra fue un combate ocurrido durante la Guerra Civil Española entre el 5 y el 8 de febrero de 1938 en la cuenca del río Alfambra, unos 25 kilómetros al norte de la ciudad de Teruel, que era cercada por las tropas rebeldes en una durísima batalla. Teruel fue la única capital de provincia que el ejército popular de la República reconquistó a los nacionalistas, de modo que Franco trató de evitar que se convirtiera en un elemento simbólico que proporcionara moral a la República, así que empleó todas sus divisiones disponibles en la reconquista de la ciudad, lo que tuvo como escenario previo los campos próximos al río Alfambra. Tras su derrota, llegó la de la capital pocos días después.

Para Lambán, hay que contar lo que ocurrió para comprender sin miedo, sin afán revanchista y, como decía Azaña, escuchar la lección de los muertos. Por ello, el Gobierno de Aragón está comprometido con hacer de Teruel, provincia doblemente martirizada, una referencia pacifista que también se reflejará con el proyecto del Museo de la Guerra de Teruel, que avanza en dos líneas:

Por un lado, en la ejecución de una primera fase del Museo, con un importe de casi tres millones de euros. Se está preparando la licitación de esta primera fase, de modo que las obras podrían estar adjudicadas en el último trimestre y comenzar, previsiblemente, en 2023.

Por otro lado, el proyecto de musealización, con un importe de 700.000 euros. En este mes de mayo quedará constituida una comisión de expertos, que se encargará de redactar un plan museístico, que estará concluido este año.

La Comisión de expertos estará conformada por un equipo interdisciplinar de especialistas en la materia y se contará con la participación de la Universidad de Zaragoza que dispone de uno de los equipos académicos más solventes sobre la Guerra Civil y el franquismo.



El Centro de Interpretación

No tiene material propio, sino que expone materiales que pertenecen a personas que lo han coleccionado durante muchos años. Este equipamiento funciona como un espacio expositivo cuya función principal es conservar la memoria del conflicto bélico, ayudar a dignificar la tarea de quienes salvaguardan materiales esparcidos por los campos de batalla o bien adquieren y así salvaguardan objetos que regularmente aparecen en los mercados de anticuarios y de coleccionistas.

El centro es modesto pero eficaz para ayudar a comprender un episodio de la guerra civil para quienes lo visiten; no pretende ser un lugar en donde se expongan tácticas militares o escenarios bélicos, sino un espacio para emocionar y mostrar al mismo tiempo la dureza de los combates.

El CI también aspira a ser el punto de referencia de los amantes del patrimonio de la Guerra Civil que sienten la necesidad de mostrar los elementos materiales de la misma, preservar los relatos y poner en común sus conocimientos.

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Por ello, el CI recurre a exposiciones temporales, que pueden renovarse fácilmente, dado que no es necesario cambiar la escenografía del equipamiento; tan sólo exponer piezas nuevas.

El equipamiento se distribuye en tres espacios:

Un patio exterior con un pódium y un cubo metálico

Un espacio exterior, desnudo, presidido por un cubo conceptual con un fragmento de un poema anónimo. Nadie sabe quién lo escribió; pudo ser un hombre o una mujer; joven o anciano; republicano a nacional. Muestra el alma más profunda del ser humano ante la pérdida de aquel a quien se ama.

Un espacio de recepción

Un espacio de recepción, tapizado de periódicos, indistintamente del bando al que servían; muestran los ecos de la guerra; la falacia de la propaganda bélica, a veces las mentiras con las que se envuelven los hechos; hay prensa española y de todas partes, dado que la Guerra de España fue un conflicto vivido por gentes muy diversas.

En este espacio hay un expositor que trata de “El óxido de la Batalla”; es el material que todavía hoy puede verse en los campos de batalla del pasado. Otro expositor muestra objetos de colección, especialmente elegidos para darnos cuenta del trasfondo civil de la guerra, con instrumental quirúrgico, medallones, placas de identificación, teléfonos de campaña, etc. Es un homenaje a quienes, salvando de la desaparición a estos objetos, nos permiten conocer la naturaleza de la guerra, con sus diversas facetas.

La sala de proyección de la trinchera

El tercer espacio es una sala que recuerda conceptualmente a una trinchera, rodeada de pantallas blancas y en cuyo centro hay réplicas de cajas de munición. En realidad, es en donde se pretende impactar en el sistema emotivo; aquí no hay imágenes nítidas; son los sonidos y las brumas de la batalla. Cuando la breve producción cinematográfica, que ha intentado huir de toda morbosidad realista, finaliza, los muros se transparentan y aparece una silueta de un gran mapa de España, la tierra martirizada, en cuyo interior surgen los objetos de la contienda, mientras que en otra pantalla trasparenta una escenografía en la cual, junto a un cañón, hay dos uniformes tendidos en el suelo, con una volumetría corpórea, pero en los que se ha rehuido del uso de maniquís; no tienen rostro, ni manos, no son tumbas, pero sugieren la muerte de tantos centenares de jóvenes inmolados en el altar de la absurdidad.

El Centro, cuyas obras se interrumpieron con la pandemia, ha superado los 200.000 euros, sufragados con financiación de la Diputación Provincial de Teruel, del FITE y de los fondos LEADER.


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