Antón Pombo: “El Camino de Santiago vive una crisis de identidad por las modas y el turismo de masas”
El historiador y periodista gallego, referente en el estudio del Camino, alerta en Jaca sobre la pérdida del sentido original de la peregrinación

Antón Pombo, periodista, historiador y escritor especializado en el Camino de Santiago
Jaca - Publicado el - Actualizado
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El Camino de Santiago se enfrenta a uno de los momentos más delicados de su historia reciente. Lo asegura Antón Pombo Rodríguez, periodista, doctor en Historia Contemporánea y uno de los mayores expertos en la ruta jacobea. Este viernes ofrecerá una conferencia en Jaca titulada “Cuando el Camino de Santiago entra en la órbita de la moda: riesgos de la peregrinación jacobea frente a la turistificación”, una cita en la que reflexionará sobre los peligros de la masificación y la pérdida del sentido original del peregrino.
“Estamos ante una crisis de identidad del Camino de Santiago”, afirma Pombo con claridad. “Ha pasado de ser una experiencia espiritual y personal a convertirse en una moda global impulsada por las redes sociales.”
“El Camino se ha convertido en una moda, y la moda siempre pasa”
El experto gallego cree que el fenómeno jacobeo actual responde a una lógica social y mediática global: la necesidad de viajar, fotografiar y compartir cada experiencia. Según explica, “la forma de viajar ha cambiado mucho. Hoy todo el mundo quiere tener su selfie en los lugares de moda, y el Camino no ha escapado a eso”.
Pombo asegura que el auge del Camino no se entiende sin el impulso de las redes sociales y la idea de cumplir una meta visible y compartible: “El problema es que el Camino se ha puesto de moda, y la moda siempre pasa. Ese es el riesgo: que el interés sea efímero y superficial”.
A medida que se acerca a Santiago de Compostela, esa transformación se hace evidente. “En los tramos finales ya hay problemas de saturación y hemos llegado incluso a vivir episodios de ‘peregrinofobia’, porque muchos de los que llegan no son peregrinos en el sentido tradicional, sino turistas que buscan una experiencia de consumo rápido”, apunta.
Para describir ese nuevo perfil ha surgido una palabra que él mismo utiliza con frecuencia: turigrino. “Es una mezcla entre turista y peregrino. Son personas que hacen los últimos cien kilómetros en cinco días con viajes organizados, porque saben que así obtendrán la Compostela. Se ha instalado la idea de que basta con eso para ser peregrino, y eso está vaciando de sentido la experiencia”, afirma.
Para Pombo, este fenómeno amenaza los valores que siempre definieron la ruta jacobea. “El Camino se construyó sobre la austeridad, el esfuerzo personal y la solidaridad entre caminantes. Hoy, muchos confunden caminar con consumir experiencias. Y el Camino no se consume: el Camino se vive”.
La turistificación está poniendo en riesgo la autenticidad del Camino
El historiador considera que las administraciones públicas también han contribuido a esta deriva, apostando por la cantidad y no por la calidad. “Se quiere llenar el Camino a toda costa, atraer a todos los públicos, desde el mochilero hasta el turista de lujo, pero eso acaba desfigurando el espíritu peregrino”, sostiene.
Pombo cree que este modelo “reproduce los errores del turismo de masas” que ya se han visto en otros destinos culturales del mundo. “Cuando un lugar se explota de forma intensiva, se agota. Suben los precios, se degrada el ambiente y el propio destino se quema. Si el Camino se percibe como un parque temático, perderá su valor espiritual y cultural”, advierte.
También rechaza la idea de que el peregrino tradicional apenas genera beneficios económicos. “El que camina un mes gasta cada día. Come, duerme, compra, repara su equipo o se da un masaje. Sin el Camino, muchos pueblos estarían muertos. El peregrino no es un turista de paso: genera vida y economía en el territorio”, subraya.
El Camino acoge a todos, pero no todo vale
Pombo insiste en que el Camino de Santiago “siempre ha sido un espacio de libertad y encuentro”, en el que caben distintas motivaciones: la fe, la cultura, la salud, la búsqueda personal o el simple deseo de caminar.
“Nadie debe ser juzgado por cómo hace su Camino”, añade, “pero sí deberíamos recordar que esta ruta nació como una peregrinación cristiana, no como un desafío deportivo o un destino de moda”.
Incluso el Papa Francisco, recuerda, llegó a poner el dedo en la llaga. “Él mismo se preguntó si las cientos de miles de personas que reciben la Compostela cada año son realmente peregrinos. Le costaba creer que tantos lo hicieran movidos por la fe”, comenta Pombo. “Muchos lo hacen por otras razones, y eso está bien, pero debemos mantener vivo el significado original.”
Para el periodista gallego, “hoy convivimos todos en el Camino —los que van por fe, por terapia o por turismo—, y esa diversidad es buena, siempre que no se pierda el respeto por lo que el Camino representa”.
El Camino Aragonés es una joya olvidada que merece renacer
Tras analizar la dimensión global del fenómeno, Pombo pone el foco en el Camino Aragonés, que acaba de recorrer antes de llegar a Jaca. Lo describe como “un itinerario natural, tranquilo y sin masificación, que mantiene la esencia del Camino de siempre: el silencio, el paisaje y la autenticidad”.
A su juicio, es incomprensible que “un camino tan hermoso y con tanta historia, el que entra por Somport y baja hasta Jaca, no haya recibido el impulso que merece”. El problema, dice, está en la falta de infraestructuras y promoción. “Si hay poca oferta de alojamientos, no crece la demanda; y sin demanda, no llega la inversión. Es una pescadilla que se muerde la cola. Las administraciones deben dar el primer paso, como se hizo en Galicia con su red de albergues públicos”, explica.
El historiador recuerda que el Camino Aragonés fue una de las cuatro grandes rutas francesas que llevaban a Santiago y que su recuperación ayudaría a equilibrar el flujo de peregrinos. “El Camino Aragonés es una joya olvidada que merece renacer. No me gustaría verlo abarrotado, pero sí más vivo. Tiene historia, paisaje y hospitalidad. Solo falta un pequeño impulso, y el boca a boca hará el resto”, concluye.
Con una mirada optimista, Pombo cierra su reflexión: “El Camino tiene memoria. Cuando algo se hace bien, se corre la voz y la gente vuelve. Si cuidamos el Camino Aragonés, lo haremos sin perder su alma”.