opinión

¿Quique Sánchez Flores era bombero?

El Sevilla en pleno —dirigentes, director deportivo y jugadores— ha depositado toda su fe en la capacidad de Matías Almeyda. Marçao: “Ahora tenemos un entrenador que ha jugado y entiende no sólo de fútbol, sino también la cabeza de los jugadores. Este cambio es clave”

Ofrenda floral

Ofrenda floral

Víctor Fernández

Sevilla - Publicado el

2 min lectura

Uno llega a pensar, con demasiados brotes de canas ya, que este personal del fútbol te toma el pelo. Contemplo varias posibilidades: o no saben lo que dicen, o creen que el personal al que se dirigen es limitadísimo, o, como decía el admirado Mariano Martín Benito: “La vida es cara y dura, pero, a veces, la cara es más dura que la vida”. Hoy la razón ha sido doble. Quizá se trate de la habitual artimaña de hacer resplandecer el presente para olvidar el pasado. El habitual ventajismo.

En el café, los resúmenes de prensa escupen las siguientes declaraciones de Víctor Orta: “Este verano me he sentido más director deportivo que nunca. No me había pasado, quizá, desde el Elche. Me han recuperado la autoestima”. ¡Cáspitas! En el Sevilla dijo lo mismo: “Estoy en mi mejor momento como director deportivo y va a ser mi mejor verano”, comentó los primeros días de junio de 2024. ¿Cuál de los dos, por lo tanto, es el mejor de los mejores momentos?

La otra ocurrencia nos la ha regalado el central Marçao a los pies de la Giralda, después de la ofrenda floral a la Virgen de los Reyes: “Ahora tenemos un entrenador que ha jugado y entiende no sólo de fútbol, sino también la cabeza de los jugadores. Este cambio es clave. Del pasado no me gusta hablar. Matías ha jugado y entiende qué pasa en la cabeza de los jugadores”. De nuevo, ¡cáspitas!

Repasemos los entrenadores que ha tenido en el Sevilla y sus antiguas profesiones para confirmar su aseveración: Lopetegui, albañil; Sampaoli, empleado de banca; Mendilibar, carnicero; Diego Alonso, electricista; Quique Sánchez Flores, bombero; Pimienta, herrero; Caparrós, agricultor. Es curioso: todos los técnicos que lo han dirigido fueron futbolistas, alguno con más éxito que otros, pero con un claro pasado como jugador. Ya saben, si tienen alguna obrita por ahí, llamen a Lopetegui…

Dejando de lado este habitual hablar por hablar, al que hay que tomarse a broma por su inconsistencia y falta de maldad, hay una verdad que se filtra desde todos lados en el Sevilla: los huevos de la cesta están puestos en Almeyda. La plantilla ha perdido a Navas, Ocampos, Badé y Lukebakio en dos años, y ya saben los que han venido. Por eso, la esperanza pasa por el poder de Matías Almeyda. Por su capacidad para borrar el lastre del pasado y exprimir al máximo la motivación. El argentino se ha convertido en el rayo de fe que pueda revitalizar el proyecto. Veremos. Quizá lleven razón.

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