Del miedo al colegio a la ansiedad por el móvil: una experta desgrana las señales ocultas del acoso escolar y el ciberacoso

Acoso escolar y ciberacoso: una psicóloga experta detalla las señales para detectarlo y cómo actuar

Acoso escolar y ciberacoso: una psicóloga experta detalla las señales para detectarlo y cómo actuar
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Irene Ramos

Sevilla - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El acoso escolar, o bullying, sigue siendo una de las mayores preocupaciones en el entorno educativo. Detectarlo a tiempo es fundamental para proteger a las víctimas y frenar las graves consecuencias que puede acarrear tanto en el plano físico como en el digital. Para entender mejor las señales de alerta y saber cómo actuar, hemos consultado a la psicóloga sanitaria Pepa López, experta en el tratamiento de niños y adolescentes, quien nos ofrece una guía clara para padres y educadores.

 Las señales de alerta: del patio del colegio al mundo digital  

Identificar que un niño o adolescente está sufriendo acoso no siempre es sencillo, ya que muchas veces las víctimas lo ocultan por miedo o vergüenza. Sin embargo, existen cambios en su comportamiento que pueden servir como una clara señal de alarma.

La psicóloga Pepa López enumera algunos de los indicadores más comunes en el ámbito físico: “¿Cuáles serían esas señales? Pues, por ejemplo, entre ellas podemos encontrarnos que el niño presente temor o rechazo por ir al colegio, que muestre malestar físico, sobre todo los domingos por la noche o los lunes por la mañana, o que tienda a enfermar con frecuencia pidiendo quedarse en casa”.

Además, la experta añade otros comportamientos a los que hay que prestar atención, como “que el niño evite situaciones sociales donde pueda coincidir con compañeros del colegio” o que “traiga cada vez más materiales o pertenencias rotas o tenga olvidos de sus pertenencias con frecuencia”.

Con la expansión de las redes sociales, el acoso ha encontrado un nuevo campo de acción en el ciberespacio. El ciberacoso presenta sus propias particularidades, y Pepa López destaca las siguientes señales: "También sería importante ver algunas señales como, por ejemplo, que presenten cierta ansiedad hacia la tecnología, como miedo a usar el teléfono y las redes sociales, que no quieran tener ningún tipo de red social, que su estado de ánimo cambie después de ver el teléfono o que borren esos perfiles constantemente”.

El poder de los espectadores: de la pasividad a la acción

El poder de los espectadores: de la pasividad a la acción

 Las consecuencias del silencio: un impacto a corto y largo plazo  

No actuar ante el acoso tiene efectos devastadores. A corto plazo, las víctimas pueden experimentar una bajada en el rendimiento escolar, ansiedad, tristeza, irritabilidad y síntomas físicos como dolores de cabeza o estómago.

Sin embargo, si la situación se prolonga, las secuelas pueden ser mucho más profundas. Según López, “si ese acoso se mantiene a lo largo del tiempo y es muy recurrente, y además la víctima no recibe ningún tipo de ayuda, esas consecuencias a largo plazo pueden manifestarse de diferentes formas, como ansiedad social, trastornos de ansiedad generalizada, trastornos de conducta alimentaria o consumo de sustancias”.

El camino hacia la recuperación: Colaboración y terapia especializada  

Una vez detectado el problema, la actuación debe ser rápida y coordinada. La colaboración entre todas las partes implicadas es la piedra angular para resolver la situación. “Cuando detectamos un caso de acoso, es muy importante la comunicación con el centro educativo, con la familia y la colaboración y coordinación de la Inspección Educativa”, subraya la psicóloga.

La terapia psicológica juega un papel fundamental en la recuperación de la víctima. El enfoque cognitivo-conductual es uno de los más eficaces para tratar las secuelas. “En la terapia cognitivo-conductual lo que trabajamos, sobre todo, es reforzar su autoestima, promover una red de apoyo entre iguales, entrenamos las habilidades sociales y la estrategia de defensa para que se sientan con más seguridad”, explica López.

 El poder de los espectadores: de la pasividad a la acción  

Finalmente, la psicóloga pone el foco en una figura clave: los espectadores. Educar a los niños que presencian el acoso para que no permanezcan en silencio es crucial para cambiar la dinámica.

"Es muy importante que esos espectadores dejen de ser pasivos para, de una forma activa, intervenir y que se conviertan en un punto de apoyo para la víctima y, de esa forma, perder el miedo”, concluye. Con la ayuda adecuada y el apoyo de su entorno, las víctimas no solo pueden superar esta difícil etapa, sino también fortalecerse y recuperar su bienestar emocional.

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