Un adiestrador desvela la clave para que tu perro no coma nada del suelo

Este problema, frecuente en cachorros y adultos, tiene solución si se aplican las pautas correctas de anticipación, refuerzo positivo y gestión del entorno

Enrique Ortiz

Málaga - Publicado el

4 min lectura

Que un perro se lance a comer cualquier resto de comida o basura que encuentra en la calle es una de las mayores preocupaciones para sus dueños. No solo por el riesgo para su salud, que puede derivar en problemas gastrointestinales, sino también por el estrés que genera durante los paseos. Este comportamiento, sin embargo, se puede corregir. El adiestrador canino Adrián Navarro, fundador de Adiestramiento Canino Lopecan, explica en COPE Málaga que es un problema frecuente con el que se encuentra en su día a día profesional y detalla las claves para solucionarlo, que pasan más por la estrategia y la psicología canina que por la prohibición.

El porqué de esta conducta

Según Adrián, el origen de este hábito reside en las conductas exploratorias de los perros, especialmente intensas durante su etapa de cachorros. "En esta etapa todo les llama la atención y averiguan que lo que se pueden encontrar por el suelo, muchas veces es más provechoso que lo que tienen en su día a día", señala el experto. Si la dieta habitual del animal se basa únicamente en pienso, un resto de bocadillo "con su jamoncito, con su queso" se convierte en un premio irresistible que refuerza la conducta de búsqueda.

El problema se agrava cuando los dueños, en su afán por evitar que el perro ingiera algo, reaccionan de forma contraproducente. El experto advierte que si durante la etapa de cachorro "hemos sido muy pesados con que no coja cosas del suelo, seguramente sin querer le hayamos creado el típico problema de que voy a coger lo que ha cogido del suelo y se lo traga rápido o se aleja corriendo". Esta reacción convierte el hallazgo en una competición y fomenta que el animal actúe con rapidez para no perder su "tesoro".

Convertirse en la mejor opción

La solución principal que propone el fundador de Lopecan no es el castigo, sino "valorizarnos nosotros en la calle". Esto implica un cambio de enfoque radical: en lugar de luchar contra el perro, hay que convertirse en una opción más atractiva que lo que pueda encontrar en el suelo. Para ello, es fundamental la anticipación y llevar siempre "algo que podamos servir como moneda de cambio". El adiestrador lo explica con una metáfora muy clara.

En el suelo se va a encontrar billetes de 500 euros, pero que cada vez que se encuentre un billete de 500 euros en el suelo, si me mira a mí, le doy 1000"

Adrián Navarro

Adiestrador y fundador de Lopecan

La estrategia consiste en salir a la calle "con el monedero cargado de billetes", es decir, con premios de alto valor como salchichas o jamón. Cuando el dueño ve que el perro ha localizado algo en el suelo y se dirige hacia ello, debe llamar su atención antes de que llegue. "El momento en el que me mire a mí, le voy a recompensar con eso tan rico que tengo", detalla Navarro. De esta forma, el perro aprende que "en el suelo se va a encontrar billetes de 500 euros, pero que cada vez que se encuentre un billete de 500 euros en el suelo, si me mira a mí, le doy 1000". Con el tiempo, el perro prestará atención a su dueño de forma instintiva ante un hallazgo, esperando una recompensa mejor.

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Corregir el hábito en un perro adulto puede ser más complejo

¿Y si mi perro ya es adulto?

Corregir este hábito en un perro adulto que ya lo tiene muy arraigado, como el que es capaz de sacar una barra de pan entera de una papelera, requiere una aproximación diferente para no reforzar la conducta. Navarro es tajante: hay que evitar a toda costa el conflicto directo. "Es mejor no empezar esa batalla, porque la va a ganar él", afirma. Si el dueño intenta quitarle el objeto a la fuerza, el perro apretará la mandíbula, huirá o se lo tragará, reforzando la idea de que debe proteger sus hallazgos.

El primer objetivo es conseguir que cuando el perro coja algo del suelo, su primera intención sea enseñármelo y no sea esconderse de mí"

Adrián Navarro

Adiestrador y fundador de Lopecan

La técnica, aunque pueda sonar "un poco contradictoria", consiste en elogiar al perro cuando coge algo. "Coge un trozo de pan, ¡hostia, bonito!, ¿qué es eso?, qué bueno, qué bien", ejemplifica el adiestrador. El siguiente paso es ofrecerle un intercambio por algo de mucho más valor. Al final, "el primer objetivo es conseguir que cuando el perro coja algo del suelo, su primera intención sea enseñármelo y no sea esconderse de mí". Si se genera una lucha, la reacción natural del animal será la de proteger su botín.

De forma complementaria, Navarro propone otras dos estrategias. Por un lado, la gestión del entorno, que consiste en evitar zonas de alto riesgo, como la salida de los colegios o parques infantiles, hasta que la conducta esté bajo control. Por otro, revisar la alimentación del perro. Una dieta natural y variada puede ser un factor influyente. Si el animal "tiene cosas mucho más ricas de las que puede pillar por la calle" en su día a día, es menos probable que sienta la necesidad de buscarlas fuera.

Finalmente, el experto menciona el bozal como una "herramienta de gestión", no como un castigo. Se puede utilizar de forma estratégica durante los paseos para evitar físicamente que el perro ingiera algo mientras se trabajan las pautas de comportamiento. Por ejemplo, "llego tarde, has pillado algo del suelo, pongo el bozal", y luego, en una zona sin riesgo, "no lo coges, te lo quito". Este juego de poner y quitar el bozal puede ayudar en el proceso de adiestramiento para lograr paseos más tranquilos y seguros para la mascota.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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