El alma en una cuchara: las Gachas Dulces de Todos los Santos

Una receta sencilla, heredada entre generaciones, que cada otoño llena los hogares de aromas a canela, pan frito, recuerdos y tradición

Gachas Dulces de Todos los Santos del blog carminaenlacocina.com

Gachas Dulces de Todos los Santos del blog carminaenlacocina.com

Ángel López

Jaén - Publicado el

3 min lectura

Cuando el aire del otoño comienza a oler a tierra húmeda y a leña, y el almanaque anuncia el Día de Todos los Santos, en muchos hogares de Jaén se despierta una tradición que no entiende de modas ni de prisas. En las cocinas, el hervor pausado de una leche con canela y limón anuncia que llegan las Gachas Dulces, ese postre que, más que un dulce, es un recuerdo que se come a cucharadas. 

Cada familia guarda su versión, su pequeño secreto heredado entre cucharones y cuadernos amarillentos. En algunos pueblos las prefieren densas, casi sólidas, capaces de sostener el peso de un picatoste; en otros, son una crema suave que se desliza despacio por la cuchara. Pero todas comparten una misma esencia: la ternura de lo sencillo.

La receta comienza con un gesto antiguo: poner a calentar un litro de leche con una rama de canela y la piel de un limón, vigilando que no hierva, que solo murmure. En ese hervor discreto, la casa se llena de un aroma cálido, mezcla de dulzura y nostalgia. Mientras tanto, el aceite de oliva virgen extra —verde, denso, orgullo de esta tierra—   se calienta en una sartén, esperando los dados de pan que pronto se dorarán hasta alcanzar ese punto justo en que el pan cruje, pero aún huele a trigo.

 Restaurante Juanito de Baeza

Gachas Dulces de Todos los Santos de Restaurante Juanito de Baeza

Quien quiera puede espolvorearlos con azúcar nada más sacarlos del fuego: así nacen los picatostes caramelizados, pequeñas joyas doradas que más tarde se rendirán sobre las gachas. 

El aceite se cuela a fuego manso, se deja perfumar con anís en grano o matalahúga, y se añade la harina, que se tuesta lentamente, mientras el azúcar se derrite hasta formar una mezcla dorada y suave. Después llega el momento de la verdad: verter la leche caliente poco a poco, sin dejar de remover, hasta que la mezcla se vuelve sedosa, cremosa, casi viva. No hay medida exacta ni receta cerrada: cada hogar tiene su punto, su espesor, su manera de entender el dulzor. 

En casa, las Gachas Dulces se sirven en cuencos de barro, porque el barro —como la memoria— conserva el calor. Encima, los tostones, una lluvia de canela molida y, si se quiere, unas nueces picadas que aportan un toque otoñal, casi poético. El resultado es un postre que reconforta y emociona, un pequeño milagro de la repostería popular.

Calientes o frías, da igual. Cada cucharada es un viaje al pasado, una manera de recordar a quienes cocinaban con calma y cariño, a las manos que medían la harina “a ojo” y sabían que el secreto no estaba en las proporciones, sino en el amor con que se removía la masa.

Porque las Gachas Dulces de Todos los Santos no son solo un postre: son una forma de recordar. Un hilo que une generaciones, un susurro del tiempo que cada año regresa para recordarnos que hay sabores que nunca se olvidan. 

Ea, listas están. Que la canela endulce el recuerdo y el anís aligere el alma. Salud, y buen provecho.

Escucha en directo

En Directo COPE JAÉN

COPE JAÉN

Programas

Último boletín

05:00 H | 26 OCT 2025 | BOLETÍN

Boletines COPE
Tracking