Las Divinas Palabras de Ernesto Medina. Hoy: Un concierto en la plaza de Santa María

Jaén - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El sábado por la tarde me crucé en San Ildefonso con la procesión de la Divina Pastora. No me entretuve. En la Plaza de Santa María una orquesta sinfónica tocaba la séptima de Beethoven. La escolanía de la Catedral completaba el programa. Me senté fuera del espacio acotado, en los bancos de piedra cabe el Obispado.
Aquello tenía semejanza con los Proms de la BBC, un festival de música clásica que se celebra todos los veranos en el Royal Albert Hall de Londres, durante el cual una parte del público, los prommers, permanece de pie. Yo compartí velada con dos señoras y sus respectivos andadores. Ignoro los usos londinenses, pero por su interés transcribo la conversación de la que fui testigo.
“He hecho para comer unas espinacas esparragadas. Esta noche pipirrana. ¿El reloj de la Catedral va bien? Cuarenta minutos me quedan. ¿Quieres pipas? El coro de los niños canta bien. Hay que tener buena garganta para eso. Monserrat Caballé sí que tenía voz. Mucho mejor hoy que el viernes, daban demasiados gritos -se referían, supongo, al recital lírico de arias de ópera y zarzuela -. Lo de Maruja pinta mal. Ayer vi a la Loli, su hija la mayor, y me dijo que estaban muy preocupados. Que lleva una semana ingresada, pero que no le hacen las pruebas. Me callé por no agobiarla, pero a nuestra edad nos mandan al clínico para que nos muramos. Lo que yo te diga. Hay que aprovechar estos ratos. ¿Seguro que no quieres pipas? La cría que está cantando ahora… tiene perendengues la chiquilla. ¡Qué voz! Un ángel. Mi Luis se ha quedado viendo el fútbol. Me recoge ahora y nos vamos para la casa a cenar. Menos mal que sopla un poco de aire. Porque menudo calor. Me veía encendiendo otra vez el aire acondicionado. Por mucho que diga mi “marío” que no podemos gastar tanto en el recibo de la luz. Que con la paga no llegamos a final de mes. Y yo le contesto que mejor apoquinar a que con tanta calentura se nos vaya la cabeza como a la ministra esa rubia que dice que los ricos se van a largar de la tierra en cohetes. A recoger aceituna en diciembre la ponía yo para que se le cuajaran las ideas. Ahí está mi Luis. Con dios. Oye, ¡cómo canta la zagala!”.
Si por mi hubiera sido, todavía seguiría oyendo la conversación de las dos vecinas que me ilustraron sobre la vida y sus vicisitudes una tarde de sábado en Jaén donde resido.
Palabras, divinas palabras.



