Día Mundial del dolor: "La lumbalgia es uno de los principales gastos sanitarios"
El especialista Isaac Peña Vergara, anestesiólogo de la Unidad del Dolor de Quirónsalud Huelva, recuerda que el dolor crónico no solo es un síntoma, sino una enfermedad que afecta a millones de personas y merece atención, comprensión y recursos.

Isaac Peña, anestesista
Huelva - Publicado el
4 min lectura
El 17 de octubre se celebra el Día Mundial del Dolor, una fecha proclamada por la Organización Mundial de la Salud en 2004 para visibilizar el sufrimiento de quienes conviven con el dolor crónico. Con motivo de esta jornada, el anestesista Isaac Peña Vergara, de la Unidad del Dolor del Hospital Quirónsalud Huelva, explica en qué consiste su trabajo y por qué es esencial comprender esta realidad.
Peña aclara que una Unidad del Dolor trata el síntoma del dolor, no necesariamente la causa que lo provoca. “Somos una unidad de soporte para todas las especialidades”, señala, y precisa que su función es aliviar el dolor mientras otros profesionales tratan el origen del problema, como puede ser una lesión, una enfermedad oncológica o una patología neurológica.
El especialista insiste en que un diagnóstico preciso es clave antes de abordar cualquier tratamiento. Explica que el dolor cumple una función protectora: “Nos avisa de que algo no funciona bien en el cuerpo”, por lo que es esencial entender qué duele y por qué antes de intervenir.
El dolor crónico, una enfermedad en sí misma
Según Peña, el dolor agudo es aquel que tiene una causa puntual y suele desaparecer en menos de tres meses, mientras que el dolor crónico se prolonga más de seis y puede mantenerse incluso cuando el origen ya ha desaparecido. “Hay pacientes que siguen sintiendo dolor años después de una cirugía o de una lesión nerviosa”, explica.
El especialista recuerda que el dolor degenerativo, derivado del envejecimiento del cuerpo, es el más frecuente. “La artrosis, el deterioro de las articulaciones o los problemas de columna son las principales causas”, afirma. Pero también existen dolores más complejos, como el neuropático, en el que “un nervio dañado envía señales de dolor sin que haya una lesión real en los tejidos”.
Un reto creciente para una población más longeva
Peña destaca que el aumento de la esperanza de vida ha cambiado el panorama sanitario: “Tenemos una población mayor muy activa, que quiere viajar, hacer deporte y mantenerse independiente”. Por eso, considera que el tratamiento del dolor es esencial para preservar la calidad de vida y favorecer el bienestar emocional.
El anestesista señala además que el dolor crónico tiene un gran impacto económico y social, al ser “una de las principales causas de baja laboral en el mundo”, especialmente por patologías como la lumbalgia, el dolor de rodilla o el dolor de hombro.
Una mirada multidisciplinar
En la Unidad del Dolor, los profesionales analizan al paciente en su conjunto. “No todos los dolores se viven igual”, comenta Peña, quien recuerda que las circunstancias personales, la actividad diaria o la carga familiar influyen en cómo se afronta el dolor. Por eso, el enfoque debe ser multidisciplinar, combinando la atención médica con el apoyo psicológico y la fisioterapia.
Respecto a su papel como anestesista, explica que su función es “tratar el síntoma del dolor con técnicas y fármacos adecuados”, aunque subraya que no diagnostican la causa del problema. “Necesitamos que el paciente venga con un diagnóstico firme, porque nosotros no sustituimos al especialista que trata el origen del dolor”, puntualiza.
El dolor en el cáncer: aliviar para vivir mejor
El anestesista destaca la importancia de su labor en pacientes oncológicos. “El dolor está presente en hasta el 75% de los casos de cáncer, y puede llegar al 95% en fases avanzadas”, explica. Su objetivo, dice, es mejorar el día a día del paciente: ayudarle a descansar, moverse, afrontar los tratamientos y mantener la esperanza. “No tratamos el cáncer, pero sí mejoramos la vida de quien lo sufre”, asegura.
¿Es normal vivir con dolor?
Peña es claro: “Acudir a un profesional siempre es recomendable cuando el dolor impide llevar una vida normal”. Reconoce que el dolor forma parte de la vida, pero insiste en que su papel es hacerlo soportable, no necesariamente eliminarlo. “Eliminar el dolor crónico al cien por cien es muy difícil, pero podemos reducirlo hasta hacerlo llevadero”, afirma.
También recuerda que el dolor tiene una función evolutiva y protectora, que ha permitido al ser humano sobrevivir. “El dolor nos advierte del peligro, nos protege de las lesiones y del fuego. Sin él, estaríamos indefensos”, comenta.
Un día para visibilizar y empatizar
Para el especialista, el Día Mundial del Dolor sirve para visibilizar un problema que afecta a millones de personas en silencio. Considera fundamental que las instituciones, la industria y la sociedad inviertan más en investigación y en recursos para quienes padecen dolor crónico. “Queremos que los pacientes sientan que no están solos, que somos empáticos y que su sufrimiento nos importa”, concluye.