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El secreto de la perfección de las Pirámides encuentra al fin una explicación

Un arqueológo norteamericano argumenta con un experimento la manera que entiende pudieron emplear los arquitectos de aquella civilización

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 10:54

Es uno de los enclaves más mágicos del mundo. Las construcciones de Guiza, a pocos kilómetros de El Cairo, han aterrado desde la antigüedad a sus habitantes y fascinado a occidente desde que Napoleón y sus tropas batallaran en la región contra los británicos.

Se estima en 4600 años -hay estudios que lo retrotraen todavía más- el tiempo que ya ha pasado desde la construcción de las impresionantes pirámides que honraron a miembros de la Dinastía IV de la civilización egipcia. En ellas se custodiaron los restos de los faraones, formando parte de amplios complejos funerarios, con templos, otras tumbas, y pirámides menores. Keops, Kefrén y Micerino alcanzaron la inmortalidad merced a la pericia de sus arquitectos y el sufrimiento de sus trabajadores que -contrariamente a lo que se cree- cobraban un sueldo por su labor e incluso llegaron a hacer huelgas. Durante el Imperio Antiguo de Egipto se conoció la zona por el nombre de Her-necher (la Necrópolis) o Imentet (Occidente) y con el paso de los años la arena del desierto y el miedo a una maldición ha conservado esa zona relativamente intacta.

Lo que más atrae de las Pirámides es la perfección de sus formas en unos tiempos tan remotos. Durante siglos, los investigadores han tratado de explicar cuando no justificar que esas construcciones eran fruto del esfuerzo humano y no de otras razones sobrenaturales o extraterrestres.

El tiempo y la ciencia ha dado un paso muy importante hacia el esclarecimiento de este enigma. Los lados cuadrados de la Gran Pirámide de Guiza (Keops), de 138,8 metros, son bastante rectos y están alineados casi perfectamente a lo largo de los puntos cardinales, norte-sureste-oeste, según recoge Science Alert. "Los constructores de la Gran Pirámide de Khufu alinearon el gran monumento con los puntos cardinales con una precisión de más de cuatro minutos de arco, o una quinceava parte de un grado", reclaca el arqueólogo e ingeniero Glen Dash en un estudio publicado en la revista The Journal of Ancient Egyptian Architecture. Esta perfección es inconcebible en una época sin drones, aviones ni ordenadores. Eso sí, “las tres pirámides exhiben el mismo tipo de error; giran ligeramente en sentido contrario a las agujas del reloj desde los puntos cardinales", escribió Dash.

Se sugería que los arquitectos egipcios usaran la estrella polar para alinear las pirámides o la sombra del Sol, pero a Dash se le ocurrió otra idea más simple.


Su estudio sugiere que los egipcios hace aproximadamente 4.500 años podrían haber utilizado el equinoccio de otoño para esa perfecta alineación. El equinoccio se considera como el momento en el que el plano del ecuador de la Tierra pasa por el centro del disco del Sol, y la duración del día y la noche son prácticamente iguales. Sucede dos veces al año. Anteriormente, las mediciones de equinoccio se habían pasado por alto como un posible método de alineación, ya que se suponía que no proporcionaría suficiente precisión. Pero según Dash hay una manera en que esto podría haber funcionar: empleando una vara conocida como gnomon.

Y lo probó. Comenzando el primer día del equinoccio de otoño en 2016, el 22 de septiembre de 2016, y usando un gnomon para proyectar una sombra. Siguió el punto de la sombra a intervalos regulares, formando una curva de puntos. Y al final del día, con una cuerda tensa enrollada alrededor del poste, interceptó dos de los puntos de la curva y creó una línea casi perfecta que iba de este a oeste. Así, durante el equinoccio, el topógrafo encontrará que la punta de la sombra corre en línea recta y casi perfectamente de este a oeste. De paso, también mostró que el grado de error es ligeramente en sentido contrario a las agujas del reloj, lo que es similar al ligero error encontrado en la alineación de las pirámides de Keops y Kefrén en Guiza. El experimento se realizó en Connecticut, EE UU, pero Dash dijo que lo mismo debería funcionar en Egipto. Todos los antiguos egipcios habrían necesitado alinear las pirámides, explicó Dash, era un día claro y soleado.

Desde luego los arquitectos egipcios dejaron pocas pistas, porque no se han encontrado documentos de ingeniería o planos arquitectónicos, pero Dash cree que los egipcios habrían podido calcular el equinoccio de otoño contando 91 días hacia adelante desde el solsticio de verano.

Es posible que nunca sepamos con exactitud cómo lo hicieron, pero esta hipótesis es verosímil y factible con las técnicas de un pasado tan remoto. El esclarecimiento del misterio no resta un ápice al encanto ni a la fascinación que provocan estos colosales monumentos.

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