Del calor cordobés al hielo alpino: una cima, cuatro amigos
Cuando se encontraban en lo más alto, hemos hablado con Roberto Llorente, que ha compartido la experiencia que estaban viviendo

Hablamos con Roberto Llorente desde la cima del Mont Blanc
Córdoba - Publicado el - Actualizado
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Mientras Córdoba alcanzaba los 38 grados a la sombra, cuatro amigos cordobeses se encontraban a varios miles de metros de altitud, rodeados de nieve, silencio y un horizonte blanco y azul que parecía infinito. Roberto Llorente, Miguel, Ángel y Victor, han cumplido un sueño: coronar el Mont Blanc, la cumbre más alta de los Alpes y una de las más emblemáticas de Europa, con sus 4.805 metros de altitud.
“Lo que hemos vivido allí arriba no se puede explicar con palabras ni captar con una cámara. Es un regalo de Dios”, nos contaba Roberto todavía emocionado tras la ascensión. “Estar rodeado de tanta belleza, en pleno contacto con la naturaleza más salvaje, te hace sentir pequeño y grande a la vez”.
El grupo comenzó a preparar este reto meses atrás, con entrenamientos físicos y salidas a entornos montañosos, pero también con la mente puesta en la seguridad. Por eso, decidieron afrontar el ascenso acompañados por guías profesionales que les marcaron el ritmo, revisaron cada paso y les ayudaron a adaptarse a un entorno donde el más mínimo error puede tener consecuencias graves.
“Hemos hecho cima en buenas condiciones, disfrutando, pero siempre con respeto al entorno. Los guías fueron fundamentales”, explica Roberto. Y añade con humor: “Allí coincidimos con unos 20 montañeros más… ¡y dos se tiraron en parapente desde la cima! Nosotros no nos atrevimos. Preferimos bajar caminando con seguridad y regresar enteros a Córdoba”.
El contraste entre las altas temperaturas del sur de España y el frío extremo del Mont Blanc les obligó a equiparse bien. Abrigos técnicos, gafas, crampones y mucha paciencia fueron claves para llegar a la cima, donde el oxígeno escasea y cada paso exige esfuerzo y concentración.
El Mont Blanc es mucho más que una montaña: es historia, cultura, deporte y símbolo. Desde que fue coronado por primera vez en 1786, ha sido el escenario de cientos de aventuras y hazañas, pero también de tragedias que han llevado a reforzar las medidas de protección ambiental y de seguridad. Hoy, es un icono del alpinismo europeo y una referencia para los amantes de la montaña.
El testimonio de Roberto y sus amigos conecta dos mundos muy distintos —el de la alta montaña y el de la ciudad andaluza— a través del espíritu de superación, la amistad y la admiración por la naturaleza. En un momento en el que el turismo responsable y la protección de espacios naturales como el Mont Blanc cobran más importancia que nunca, su experiencia nos recuerda el valor de los lugares que nos sobrecogen y nos transforman.
Desde este punto de Europa, estos cuatro amigos cordobeses han querido enviarnos una brisa de aire fresco para intentar bajar las temperaturas que estos días estamos sufriendo.