• Viernes, 26 de abril 2024
  • ABC

COPE

Semana Santa

Una noche entera junto al Señor de las Tres Caídas

La Hermandad del Miércoles Santo dedica 24 horas ininterrumpidas de cultos en torno a su titular

Miguel Guerrero

Tiempo de lectura: 5'Actualizado 12:26

La ferviente devoción que miles de jerezanos profesan a Nuestro Padre Jesús de la Salud en sus Tres Caídas queda demostrada cada lunes que abre el Real Santuario de San Lucas, cada Miércoles Santo o cada primer viernes de marzo, cuando la imagen se encuentra en besapiés. Quizás, sea en esta última fecha cuando adquiere una mayor dimensión dicha devoción debido a la siguiente particularidad: la hermandad celebra cultos en torno a su titular durante un día entero y de forma ininterrumpida. Según Fray Xavier Català, este hecho es “muy poco habitual” en la actualidad: “que la gente quiera pasar una noche de insomnio rezando y venerando la imagen no es muy común”. Es por ello por lo que el fraile dominico alaba a la hermandad de las Tres Caídas al ser “la única en Jerez que mantiene una tradición muy hermosa y de muchos siglos en la Iglesia como es la de hacer vigilia, es decir, pasar una noche en vela”. El hermano mayor de la corporación, Feliciano Pérez de Azpillaga, subraya también esta singularidad: “creo que hay pocas imágenes que reciban cultos durante 24 horas y, además, que cuenten con esa devoción y asistencia de fieles continua”.

Las colas que se producen a lo largo del día para postrarse ante las plantas del Señor son considerablemente extensas, hasta el punto de prolongarse por las calles adyacentes durante las horas puntas. Este aspecto es uno de los más conocidos del primer viernes de marzo. No obstante, lo que posiblemente pase desapercibido para numerosos cofrades es lo que acontece en el interior del Real Santuario durante la madrugada. El primer viernes de marzo de cada año comienza para los hermanos de la cofradía de Dolores a las 0:00 en punto con la Función Principal de Instituto. A la finalización de la misma, se abre el besapiés y pasados unos minutos, comienza el siguiente culto: la Adoración al Santísimo. Una vez terminada dicha Adoración y con apenas unos minutos de descanso entre rezo y rezo, estos continúan: rezo del Vía+Crucis, de la Corona Dolorosa y de las Laudes de la Liturgia de las Horas. Todo esto se extiende hasta las siete de la mañana, momento en el que comienza la primera de las Eucaristías que se prolongan hasta las 13.00 horas y que se celebran cada hora. Una amalgama de rezos y cultos que se producen a altas horas de la madrugada y con el Señor de las Tres Caídas como testigo. Feliciano Pérez de Azpillaga afirma que esta tradición se remonta a los orígenes de la Hermandad y aboga por protegerla ya que “forma parte de nuestra idiosincrasia”.

La asistencia a la Función Principal de Instituto, a pesar de ser a la medianoche de un viernes laborable, es altísima. Una vez finalizada la misma y como es de suponer, el número de personas congregadas en el Santuario de San Lucas disminuye paulatinamente. No obstante, un pelotón de fieles y devotos, la mayoría mujeres, permanece recio durante las horas más altas de la madrugada. Su función es clara: velar al Señor de las Tres Caídas, no dejarlo solo ni un instante. Para ello cuentan con la devoción como principal sustento, además de unas mantas con las que algunas devotas combaten el frío de la noche. Entre estos fieles, se encuentra Ana Fernández, camarera de Nuestra Señora de los Dolores. 'Anita' -reconoce que todo el mundo le conoce así- lleva más de 30 años sin faltar a la cita de madrugada del primer viernes de marzo junto al Señor. Y asegura que así será año tras años “mientras que Dios me dé salud”. Precisamente, reconoce que es la petición de salud para ella y su familia lo que lleva a esta octogenaria cofrade de las Tres Caídas a pasar toda una noche velando al Señor.

La mayoría de los devotos suelen acercarse al Real Santuario a lo largo del día para venerar al titular de la corporación del Miércoles Santo. No obstante, un nutrido grupo de hermanos optan, al igual que Anita, por dedicar una noche entera al Señor. Otro ejemplo es José Antonio Romero, quien vivió el pasado viernes su segunda noche entera velando a Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas. Este joven, cofrade de la Hermandad, se suma a esta tradición porque opina que es “en los momentos a solas con el Señor cuando realmente se disfruta con Él”. Esta noche la toma como “una oportunidad” para reflexionar sobre lo divino y humano y para reafirmar su fe de una manera muy personal. Caso similar es el que protagoniza Laura Llamas, diputada de juventud y de formación. La miembro de Junta de Gobierno declara que “en esta sociedad tan acelerada, es necesario buscar un ratito de silencio, tranquilidad y paz para encontrarte con Dios e incluso pensar en ti y en tu vida”. Para ella, la noche permite “una mayor conexión con Dios”. Fray Xavi, sacerdote que presidió los rezos celebrados durante la madrugada del pasado viernes, comparte esa misma idea de que “el silencio y la noche favorecen una mayor intimidad”. Además, este fraile dominico realza el valor y la necesidad de que los devotos encuentren “espacios tranquilos” para estar junto a Dios: “esta intimidad con el Señor les hace bien, a pesar del sueño, del aburrimiento y de las horas intempestivas, porque Él ve el esfuerzo que hacemos y nos recompensa. Siempre queda algo, algo bueno que nos llevamos de estos momentos”.

Toda una jornada junto al Señor de las Tres Caídas da para mucho. No falta de nada y es que, como bien expresa el dicho, la noche y el día son tan distintos. Si la madrugada te otorga la posibilidad de perderte en la mirada dulce del Señor caído y recrearte en su intimidad, el día es la muestra del fervor popular en el que has de esperar largas colas para gozar de un instante fugaz cerca de Él. Sin embargo, cada segundo de estas 24 horas ininterrumpidas de devoción tiene su porqué. Feliciano Pérez de Azpillaga, hermano mayor, define las horas de este día como “muy intensas en las que cada momento tiene su sentido y su mensaje”. Laura Llamas, por su parte, no sabría con qué instante quedarse ya que “cada minuto que pasas mirando a la nada o a Él, rezando o hablando de cualquier cosa, hasta tomarte un café en Sacristía, todo tiene su encanto”.

Es probable que este encanto que desprende cada momento junto al Señor sea el que lleve a muchos hermanos y devotos a completar las 24 horas velando a su titular. No es lo más habitual, ya que lo común es que en algún momento se retire uno a descansar. No obstante, hay fieles que optan por vivir esta experiencia. Es el caso de Antonio Jesús Vargas, cofrade de la corporación, quien estuvo hace varios años velando todo el día al Señor. Asegura que no lo tenía previsto, sino que fue enlazando hora tras hora: “primero me quedé toda la noche, luego a todas las misas, después comí aquí junto a los hermanos. Más tarde, acompañé a los niños de la Escolanía en el canto del miserere, que es a las seis de la tarde, y ya decidí quedarme hasta el final”. Aunque reconoce que cuando llegó a la Función Principal no tenía intención de quedarse, el devenir de la jornada hizo que pudiera vencer al sueño y al cansancio, como si algo le atrapase y le invitase a no dejar el Santuario. Ese “algo” que tiene nombre y apellidos y que espera cada noche del primer viernes de marzo a su pelotón de fieles.

Radio en directo COPE
  • item no encontrado

En directo