No son más horas que otros años pero, tras la pandemia, el reencuentro con este camino ininterrumpido entre la salida de la primera tras los Santos Oficios del Jueves Santo y la última que ha vuelto a casa a mediodía de este Viernes Santo ha reforzado la condición de regalo incomparable las estaciones de penitencia que nos han traído hasta el día de la conmemoración de la Pasión y Muerte de Cristo. Como si fuera una única jornada procesional ha sido de nuevo por obra y gracia de cuantas personas salieron a la calle y empalmaron alguna de las última recogías con la presencia ante la primera cruz de guía de la popular Noche de Jesús.

La hostelería lo ha agradecido y, como quiera que era difícil encontrar donde comer algo en el centro si se quería realizar este 'suma y sigue', hemos de concluir que las ganas de normalidad con que llegábamos, tras tres años, a esta Semana Santa ha llegado incluso en esos pequeños inconvenientes. Para los clientes, claro, no para quienes regentan los establecimientos que llenaron mesas y barras, hasta consumiciones en plena calle de pie, que para mayor regocijo las temperaturas a lo largo de la madrugada no bajaron de unos registros que pueden permitirnos calificarla como una maravillosa noche templada y agradable. Pero antes, el Jueves Santo. Escúchalo aqui.

A las seis de la tarde salía la Redención Salesiana del Santuario de María Auxiliadora, con su Señor evidenciando en la calle la restauración que ha permitido encontrarlo distinto, y poco después una Veracruz que, como ocurrierá el aciago Martes Santo de lluvias con la del Cristo del Amor, mostraba a los jerezanos cuál es ese sugerente Pasaje de la Santa Cruz que incluían en su callejero para más preciosista entorno de su sede de San Juan de los Caballeros. Asomaban las mantillas (hay que hacer algo para promoverlas) y todo apuntaba al reencuentro con lo de siempre. "Les vamos a contar lo mismo de siempre, los que hemos cambiado somos nosotros", Carlos Herrera dixit desde Sevilla.

A la caída de la tarde y cuando la noche avisaba de la inminente llegada de su manto de oscuridad y sugerencias, saldrían las otras cuatro del Jueves Santo. A la Oración en el Huerto habia que buscarle la gloria del paso de palio de la Confortación, una pintura extraordinaria de Manolo Salado cuyas manos se fueron estos meses atrás de ese techo a un suelo: el que también estrenaba el misterio para representar el pavimento de la casa de Pilatos y quedara presentado Jesús al pueblo antes que éste pudiera embelesarse entre los brazos abiertos de la expresivísima imagen de Nuestra Señora del Mayor Dolor.

La Sagrada Lanzada volvió a presentarse con las trazas de penitencia carmelitana a la que nos ha tenido siempre acostumbrados y, de estreno el Jueves Santo (aunque no su paso por Carrera Oficial y estación la Catedral, que ya lo hizo el Martes Santo de 2019), Humildad y Paciencia constituyó la presencia trinitaria en este Día del Amor Fraterno. Para la ocasión, el Señor sentado en la peña ha visto culminada la talla del canasto y respiraderos o estrenó túnicas de monaguillos inspiradas en la Orden Trinitaria. Éste se ocupó históricamente de liberar cautivos y su Hermandad en Jerez de hacerlo con nuestras pesadumbres a causa del virus.

Y llegó ese tránsito convertido en un seguir adelante sin solución de continuidad. La hora clave ha sido la una y media de la madrugada. A esa hora se estaban recogiendo la Redención (más complejo seguir disfrutando de la Noche de Jesús habiéndonos apartado del centro para acercarnos a Inovesa), la Oración en el Huerto, Humildad y Paciencia y hasta el Mayor Dolor ya se hallaba en la plaza de la Asunción, entre la fachada renacentista del Cabildo Antiguo, la exornada de reposteros Casa de los Zuleta y la fachada mudéjar de su sede de San Dionisio Areopagita que abría sus puertas para dar por cerrado el Jueves Santo.

El caso es que a esa hora ya habían abierto sus puertas San Miguel y la capilla de la Yedra. ¿Volver a casa? Claro que hubo quien lo hizo pero tantos dieron el paso de continuar disfrutando que, en las respectivas salidas del Santo Crucifijo de la Salud o la Esperanza de la Yedra, la muchedumbre se prestó a la versátil integración que ambientes cofradieros tan distintos reclaman. Y al silencio de los nazarenos de ruán negro se sumaron desde el cercano San Francisco los blancos de las Cinco Llagas y la Misión Redentora, el estreno joven de unos cofrades de Picadueñas que, tras abandonar el Sábado de Pasión en 2019 ha sido ahora cuando han hecho estación en la Catedral.

SORPRENDENTE EPISODIO DE INCAPACIDAD COSTALERA

La noticia más lamentable llegaría muy al principio de la Noche de Jesús: la salida de las Cinco Llagas concitó como suele a mucho público en la Plaza Esteve que, al abrirse el templo franciscano, había de disfrutar de la cofradía aunque apenas llegara a Palquillo y, tras Larga, tomara por el Gallo Azul de nuevo hacia el templo toda vez que "por incidencia de su cuadrilla de palio", como apunta la comunicación vía Twitter de la Unión de Hermandades, la Hermandad no solo no terminara su recorrido sino que aplicara a las que le seguían un importante retraso. La perplejidad se hizo sitio entre un público que no entendía cómo era posible lo que estaban viendo.

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Calle Honda de ida. Aquí la vi yo y ya lo dije, La Esperanza de San Francisco no llega. ¿Falta de compromiso costalero? ¿Mala previsión del capataz? ¿Exceso de juventud bajo el paso? Este es uno de los pasos más complicados de la Semana Santa de Jerez. pic.twitter.com/TUEVKjAMHp

— RC (@rcurros) April 15, 2022

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Pero la noche tenía otros diferentes argumentos. Y uno de ellos de estreno: la cruz de guía tallada por David Medina abría cortejo blanco de la Misión Redentora por la Carrera Oficial. Lo hacía ofreciendo todo lo mejor de un barrio popular, sencillo y que requiere de gran esfuerzo para conseguir sus logros. Rodeada en este entorno de casas de autoconstrucción muchas de ellas, la parroquia del Corpus Christi, regentada por la comunidad de Padres Mercedarios que custodian no muy lejos a la Patrona de Jerez, era destino del foco de una Noche de Jesús en la que todos estaban atentos a las trazas de esta joven cofradía que se atrevía con jornada procesional de referentes tan asentados.

No en balde es Jesús Nazareno el que, desde el centro neurálgico de la Semana Santa de Jerez que constituye la Alameda de Cristina, marca la impronta de una noche que, bautizada con su nombre, puso saetas (especialmente cuando regresaba a San Juan de Letrán aunque este año por Tornería y no por Larga ante los retrasos) para aliviarle de los jalones de Marquillo. Y cada cual, contemplando la carga sobre la espalda del Señor, pondría en sus manos esos otros jalones a los que las situaciones generales o personales les venga sometiendo. Por detrás María del Traspaso con su cara de haber pasado mala noche. Y la Buena Muerte trayendo al centro las penitencias 'santiagueras' más intensas.

Todo ello nos trajo a la tarde del Viernes Santo. Los Santos Oficios en la Catedral comienzan a las 13:00 horas. La lectura completa de la Pasión y Muerte de Jesucristo y la Adoración de la Cruz caracterizan esta celebración que presidirá monseñor José Rico Pavés, el obispo de Asidonia-Jerez. Apenas un par de horas después de esa cita en el primer templo diocesano ya tendremos la primera en la calle: a las 16:00 horas saldrán tanto la Exaltación de las Viñas como la Expiración de San Telmo y a las 16:15 salen este año el Santo Entierro y la Piedad, cofradía que pasará novedosamente la primera por Carrera Oficial. Loreto lo hará desde San Pedro (17:45) y la Soledad de la Victoria (19:30).

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