3ª virgen de los llanos
"El Mene" corta una oreja en una mansa novillada de López Gijaba en Albacete
Zulueta se fue de vacío y Quesada resultó herido en el tercero.

El Mene, con la oreja cortada este miércoles en Albacete
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Lorenzo del Rey
En el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Porque toda la novillada de López Gibaja fue mansa, descastada y de nulo juego, siendo el único con alguna opción ese último de la tarde. Pero no porque fuese bueno si no porque fue el menos malo de un encierro que naufragó. Y es que en cuanto a su composición, la segunda novillada del abono era muy similar a la del día anterior: dos novilleros muy placeados que casi acarician con la punta de los dedos su alternativa junto a un tercero mucho más nuevo. Además, para más coincidencias, el ganado elegido regresaba a Albacete tras su buen juego el año pasado. ¿Y cómo resultó la repetición de la jugada? Pues no igual, si no peor. "El Mene" sólo pudo mostrar su oficio en ese sexto, Zulueta únicamente pudo dejar algún detalle mientras que Quesada dejó clara su falta de pericia ante un novillo complicado en el que por desgracia resultó herido. La racha ganadera de estos tres primeros días pide a gritos un cambio de rumbo. Habrá que esperar a la corrida de Santi Domecq como próxima bala de esperanza mañana mismo.
Porque Íker Fernández "El Mene" dio las buenas tardes con cites de capote ante los paseos del "gibaja" que nunca remató en los burladeros y se vencía por ambos pitones, apretando al novillero que supo salir del apuro con solvencia. Su rajada condición, unida a un sinfín de capotazos, provocó que los picadores no saliesen al ruedo hasta llegado el primer cuarto de hora del festejo. Y tanta espera para ver una pelea de manso con derrumbe al terminar la suerte. El novillo fue al encuentro del segundo picador y allí se le marcó una vara de quita y pon. En banderillas, se movió con esa evidente mansedumbre, doliéndose al notar los palos. En la muleta, mismo infumable comportamiento, con gañafón incluido que hizo peligrar la integridad del novillero junto a un aviso más. Expuso de nuevo para quedar claro que era imposible. Se fue a por la espada y dejó una estocada trasera y puso fin al desesperante primer capítulo. Y el cuarto siguió la senda de sus hermanos: mansedumbre a cascoporro en un puyazo largo casi en toriles y luego más cabeceos con la cara alta en otro picotazo ya en la jurisdicción habitual. En las banderillas, más y más capotazos en irregulares pares por ejecución y colocación. Y manseo que no falte. "El Mene" brindó al sufrido público y se asentó en el albero en un tanteo suave a media altura por ambos pitones. Lo intentó luego a derechas pero iba con la cara alta, lastre que nunca cambió lo que unido a su huelga de bravura, se tradujo en otro capítulo para el olvido tras morir el utrero de una estocada caída.
Tuvo que matar al sexto debido a que Alejandro no pudo continuar la lidia y sonó de nuevo la sinfonía del estribo en otra vara larga. Lo mejor, los pares de José María Arenas que le valieron desmontarse nuevamente en Albacete. Íker hizo un brindis simbólico a Quesada y empezó por estatuarios con algún enganchón en las trincheras. Lo llevó con mando inicial donde aprovechó esa noble movilidad con la diestra porque con la zurda sólo entraba en el primer tramo del pase para salir con un derrote por las nubes al final del muletazo. Volvió a derechas ya que por ahí si se podía y le fue haciendo faena aunque se fue quedando más corto. Mató de estocada un poco delantera y un golpe de descabello y se premió con un oreja a su oficio y solvencia.
Zulueta, hijo del alguacilillo de la Real Maestranza, tampoco pudo lucirse de capote de inicio ya que el utrero se desentendió de todo y de todos. Entró y salió del peto en un santiamén y el puyazo brilló por su ausencia, además de moverse apretando en banderillas por ambos pitones. Javier tuvo que hacer malabares con la muleta en una mano y la montera en la otra para lidiar por bajo antes del brindis al público. Siguió con la probaturas, intentando acompasar el rebrincado viaje y el novillo se movía más por inercia que por encastada condición. Pese a las circunstancias, le dio una serie al natural estimable junto a otra a medias por culpa de los blandeos. Algún toque y enganchón por el punteo del novillo con la diestra para volver a la izquierda y ya todo fue en tono menor. Mató de estocada trasera y recogió la ovación de reconocimiento.

Momento de la cogida sufrida por Alejandro Quesada en Albacete
Porque también hizo reconocimiento del albero el quinto. Como el dron aéreo pero a ras de tierra. Palmas de tango durante la lidia antigua, con pérdida de manos y descoordinación, mostrándose el pañuelo verde y teniendo que trabajar los mansos. Salió el sobrero, también de la ganadería titular de López Gibaja, y tras errar el piquero en la primera, medio empujó a media altura en la segunda vara. Reservón también en banderillas, el sevillano lo muleteó genuflexo e intento fijarlo. Se puso Javier por ambos pitones y aunque se movía a derechas lo hacía sin transmisión. Al natural, sosería inicial por parte de novillo y novillero, remontando un poco la faena y sonó el pasodoble Plaza de La Maestranza, con un final de labor algo periférico y que no alzó nunca el vuelo. Algunos detalles de interés pero sin emoción era imposible remontar la plúmbea tarde. Mató de estocada contraria con desarme, precisando dos golpes de descabello.
Quesada, que estrenaba traje de luces con la firma de Justo Algaba, tampoco pudo extraer nada tangible en el recibo de capote. Fue como un rayo al picador en terrenos del siete y allí se le dio una puya donde estuvo muy lejos de cumplir al golpear más que empujar. En banderillas, que no lo puso fácil, quedó el utrero como un alfiletero. Tras el brindis a Ulises, su padre, lo intentó Quesada pero salía de najas y en lance le prendió y pareció haberle herido. Tras unos momentos de duda, regresó a la cara sin chaquetilla y se notó la inexperta muleta ante una difícil condición en la brevedad del encuentro, yéndose a por el acero y dejó un pinchazo con desarme. Volvió a entrar visiblemente mermado con una evidente cojera y dejó una estocada muy trasera y caída, tres descabellos y terminó echándose. Pasó a la enfermería y ya no pudo salir por culpa de una cornada en el gemelo.