4ª FERIA DE HOGUERAS

Manzanares, pleno de cuatro orejas, a hombros en Alicante

Morante de la Puebla esparce su lujosa torería y corta una oreja mientras Cayetano ofrece una muy pésima imagen

José María Manzanares, en su salida a hombros este lunes en Alicante

EFE

José María Manzanares, en su salida a hombros este lunes en Alicante

Redacción Toros

Publicado el

3 min lectura

Salvador Ferrer

Al reclamo de Morante de la Puebla, la Plaza de Toros de Alicante se volvió a llenar hasta los topes. No se acabó el papel, 400 entradas quedaron, como no se acaban los adjetivos para el genio. Morante estuvo casi media hora de espera, entre fotos, admiración y veneración de los aficionados. Morante sonríe: es la mejor noticia del año para el toreo.

Disperso y variado fue el saludo morantista: un afarolado, una verónica por aquí, dos chicuelinas al paso, una media colosal aislada. Brindó el maestro sevillano a maestro alicantino: Luis Francisco Esplá. De gallista a gallista. Ayudados por alto, una trincherilla cumbre. Se embragueta José Antonio con los toros con una facilidad pasmosa. La chaquetilla y la hombrera tintadas de sangre. Se los pasa muy cerca. Todo fue tan suave, tan despacio. Las formas, los andares, Como una brisa. No cabe más torería. No se puede llenar más y mejor la escena. Torera hasta la vuelta el ruedo: sombreros, flores, puros… Todo es más especial. Todo es armonía.

El cuarto, burraco precioso, lámina con reminiscencias de Los Bayones, no tenía ninguna virtud. Juan José Domínguez, banderillero de Morante, trató de tirar descaradamente al suelo al toro. Le daría 30 capotazos y no lo consiguió. Eso tampoco es. La faena duró 35 segundos, literal según me cuenta el compañero Nacho González, que grabó la secuencia. Morante ya llevaba la espada de matar y lo despachó en un tris. El presidente no tragó y se llevó una bronca. Vaya ferión del usía, aunque en esto acertó. Una cosa es que el toro sea malo y otra no sea apto para la lidia. El público lo ovacionó y José Antonio salió a saludar.

El primer toro de Manzanares pasó de la vulgaridad a embestir de forma notable. Cambiante. Vulgar, encastado, rajado… Con brío, celo y emotividad. José Mari se acopló por momentos. Hubo una serie de bella factura, y un cambio de mano monumental ligado al de pecho. Se rajó ahí mismo. Ya en tablas le sacó Manzanares una serie emotiva al natural. Trepidante todo. Un combate. La estocada se celebró como un gol y las dos orejas subieron al marcador. El mismo presidente que le negó la segunda a Roca fue muy sensible, y generoso, con el alicantino. Cada día un rasero. Sin criterio ni equilibrio. Un sindiós.

El quinto lo brindó Manzanares a su público. Fue toro pacífico y con buen son. Con fondo, codicia y notable recorrido. Faena eminentemente con la diestra, el alicantino anduvo fino y templado. Hubo varias series con ligazón y rotundidad. Más preciso y más torero que con su primero. Más asentado también. Soberbia la estocada. El toro fue ovacionado en el arrastre y el torero premiado con dos orejas, éstas sí más merecidas. La vuelta al ruedo fue un fervor manzanarista y el torero repartió los machos de la chaquetilla entre sus admiradores más pequeños. Bonito detalle.

Cayetano recibió a su primero entre la indiferencia. Trallazos, tirones, casi un desarme. El inicio con la faena fue ligero. El toro respondió a la muleta de Cayetano, puro látigo. Ni parar, ni templar ni mandar. Hubo una serie en las postrimerías con firmeza pero veloz como un rayo. Notable el toro y vulgar la faena. La de toreros jóvenes que hay en su casa y Cayetano aún en carteles de los buenos…

El capote de Cayetano es una cosa… El sexto fue toro bajo, con la cara colocada, engatillado. Magnífica la hechura. De tan bueno se medio relajó Cayetano en alguna fase. El toro se aburrió. Con el toro rajado se creció el torero en la solanera. Pésima imagen de un torero con tantos años de alternativa.

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