Las estadísticas son malas. En concreto, son las peores. España ostenta la primera posición en lo que a alumnos repetidores de secundaria se refiere de todos los países de la OCDE. Pero tampoco nos alarmemos, desde la Moncloa tienen un plan. El ministerio de Educación trabaja en un proyecto de real decreto que ponga solución a este problema. Desde la cartera que gestiona Pilar Alegría tienen claro qué se debe hacer para que España baje puestos en la lista: esconder la realidad.

Repetir será "excepcional"

Hace tan solo unos días conocíamos que el gobierno de Sánchez trabaja en una reforma que permita a los alumnos de la ESO (educación secundaria) pasar de curso sin necesidad de presentarse a exámenes de recuperación a final de curso. De este modo, quienes hayan suspendido alguna materia y deban presentarse a este tipo de pruebas tendrán su destino en manos de sus profesores. Estos, de forma colegiada, serán los encargados de decidir si el alumno en cuestión repite curso y no un examen que evalúe los conocimientos del alumno.

El proyecto de ley, al que tuvo acceso COPE, dejaba una consigna muy clara: "La permanencia en un mismo curso escolar en la educación básica debe ser considerada una medida excepcional que solo se podrá adoptar una vez durante la Educación Primaria y dos veces como máximo a lo largo de la enseñanza obligatoria". Una afirmación que se comprende a la luz de lo que la ministra de Educación ha dicho esta semana: "La escuela no es para sufrir, es para disfrutar aprendiendo".

España, en cabeza en repeticiones... de momento

Las cifras de la OCDE son muy claras. La educación secundaria en nuestro país roza el fracaso. En la primera etapa de la ESO, el 8,7 % de los alumnos repitió curso, mientras que en la segunda etapa lo hizo el 7,9 %, en el curso 2019. Para que se hagan una idea, la media en la OCDE es de un 1,9 % de repetidores en la primera etapa y un 3 % en la segunda. Solo países como Bélgica, Portugal o República Checa se acercan a nuestros datos, aunque no llegan al hito que ha marcado la educación española para los jóvenes que tienen entre 12 y 16 años, aproximadamente.

Es por ello que se entienden los esfuerzos de Moncloa para revertir la situación, aunque diluir los conocimientos y la exigencia quizá no sea el método más formativo a largo plazo. Queda claro que en Educación pretenden mejorar las estadísticas y tras leer el proyecto de ley, no hay dudas en que las principales medidas van encaminadas a convertir la permanencia en un mismo curso en una "excepción", además de facilitar la obtención de los títulos a pesar de tener materias suspensas.

En Bachillerato, por ejemplo, la nueva ley argumenta que "se contempla la posibilidad de que, excepcionalmente, el equipo docente pueda decidir la obtención del título de Bachiller por el alumno o alumna que haya superado todas las materias salvo una". Con lo que también sería posible obtener el título de Bachillerato teniendo una asignatura suspendida, si así lo considera el profesorado.

Las aplicaciones concretas de la ley, que ya tiene entre sus manos el Gobierno, las tendrán que decidir las Comunidades Autónomas y, aunque tendrán algún margen para minimizar algunas de sus indicaciones, el nivel de exigencia ya está claramente marcado. En unos años tendremos alumnos que no hayan sufrido ningún trauma por repetir curso, pero sobre los que siempre sobrevolará la duda de si están todo lo preparados y formados que podrían.