La lluvia no ha impedido que más de 19 asociaciones, profesores, alumnos y padres hayan defendido poder seguir impartiendo -y recibiendo- clases de Griego y Latín en los centros, sin que se tenga en cuenta el número de alumnos que quieran cursar esta asignatura.

Una asignatura que, según Rosa Mariño profesora de Griego: “Ayuda al alumno a mejorar la expresión oral y escrita, además de ser fundamental para poder pensar”. Esta concentración no es en contra de la educación, sino a favor de todos para salvar la “lengua clásica” que es la base del entendimiento.

Por otro lado, señalan que países como Francia e Italia, apuestan claramente por reforzar el papel de los clásicos y piden que todos los países se unan para buscar la manera de que la UNESCO declare Patrimonio Histórico de la Humanidad al Latín y al Griego.

Los colectivos denuncian que en algunas comunidades autónomas no se convocan oposiciones de Griego “desde hace más de diez años”, y consideran que “la desaparición del Griego” de las aulas “significará, inevitablemente, en un plazo breve, también la del Latín”.

¿El griego es cosa del pasado? 

En realidad, el griego no se quedó en el pasado: en la época moderna los científicos y pensadores volvían constantemente la vista a los griegos y los leían (en su lengua original o en traducciones) para modelar una nueva visión del mundo a partir de ellos, aunque fuera incluso en oposición a sus postulados. De forma que el mundo griego es también parte de la modernidad.

Sin los estudios griegos no hay educación y según los profesores no se puede tener un aprendizaje correcto sin los clásicos.