Comer de forma saludable -de todo pero limitando al máximo en nuestra dieta las grasas trans, la sal y los azúcares añadidos y potenciando las frutas, verduras y pescados y carnes sin grasas- puede evitarnos tomar muchas medicinas en el presente y también el futuro.

Es el mejor instrumento a nuestro alcance, junto con una vida activa, para prevenir las enfermedades crónicas y también para cuidar nuestro cerebro.

Debemos tenerlo en cuenta ya que cada vez vivimos más años, una longevidad que no siempre equivale a una mayor calidad de vida cuando envejecemos.

Es lo que constata Pablo Pérez Martínez, investigador y médico experto en nutrición quien explica a COPE que “nosotros en nuestras consultas cada vez vemos que la diabetes aparece antes, que la obesidad aparece antes y esto lo que indica es que no estamos viviendo mejor nuestra vida que cada vez se alarga más”.

Y mientras cambiamos nuestro patrón alimentario desde la infancia expertos como él investigan el carácter terapeútico de los alimentos, también de los los probióticos que contienen microorganismos que pueden activar lo bueno del metabolismo ya que consideran que pueden, entre otras cosas, servir para retrasar el deterioro cognitivo de enfermedades como el Alzheimer.

Una labor que le ha valido el I Premio de la Investigación de la Fundación Jesús Serra y también para hacer pedagogía algo para lo que admite “los médicos no siempre tenemos tiempo”.

Considera fundamenta que la población se conciencie de que una dieta sana no es compatible con la comida procesada, ni con el abuso de embutidos ni de salsas.

Un clásico como el ketchup tiene un alto contenido en azúcares y la salsa de soja tiene un exceso de sal. Pero lo más perjudicial según los expertos son las grasas trans prohibidas en Estados Unidos

Se les llama también grasas ocultas porque según Pérez Martínez “muchas veces no aparecen de forma suficientemente explícita en el etiquetado. Cuando en un alimento pone que tiene grasas vegetales lo que tiene, en realidad, son grasas trans”.

En el extremo opuesto los alimentos que protegen nuestra salud, además de frutas y verduras, las carnes magras, el pescado, los frutos sectos crudos, las legumbres y los cereales.

Y todo desde la infancia, a los niños se les puede enseñar a comer sin sal desde pequeños porque en los purés “las verduras ya tienen sales minerales” que les aportan los nutrientes que necesitan” y también la fruta.

Y para el desayuno o la merienda “nada de batidos ni de zumos llenos de azúcar” lo más sano señalan es el pan con aceite, cereales integrales, leche semidesnatada y de vez en cuando jamón serrano, pechuga de pavo o jamón york aunque los embutidos y éstos no son excepción contienen muchos nitratos y nitritos que no son saludables.

Niños sanos hacen adultos menos propensos a la enfermedad y garantizan un mejor envejecimiento. Hay terreno para la mejora porque la Organización Mundial de la Salud sitúa a España como el tercer país europeo con mayores tasas de obesidad infantil.