Una pequeña localidad del Piamonte italiano llamada Alba se ha hecho famosa en el mundo entero por sus trufas blancas. Cuenta incluso con Denominación de Origen propia y en 2017 se llegó a pagar 75.000 euros por una trufa de Alba que pesaba 850 gramos. Se entiende entonces que la búsqueda de este tesoro requiera la habilidad de perros perfectamente adiestrados en la primera y por ahora única academia especializada en rastreadores de trufas.

Una familia de Roddi, pueblecito que pertenece a Alba, se dedica desde hace varias generaciones a la instrucción profesional de perros de distintas razas. La familia Monchiero ha entrenado a decenas de perros desde 1880.

La agencia AFP ha asistido a los entrenamientos y asegura que no entraña especial dificultad para los perros. Solo hay que tener mucha paciencia y ser consciente de que para ellos es un juego. El entrenador enseña al perro a encontrar la trufa y lo recompensa con pequeños premios. El juego se complica después cuando el maestro entierra la trufa bajo un lecho de hierba que el perro no alcanza a ver. Es entonces cuando hay que alentarles y siempre deben conseguir un premio.

En esta Academia jamás atemorizan a los perros ni utilizan métodos crueles para entrenarlos. Con su método de adiestramiento han conseguido formar a auténticos campeones capaces de descubrir trufas a 20 metros de distancia. El curso básico dura tres semanas. El entrenamiento con tres sesiones diarias cuesta 400 euros. Las clases se detienen cuando el perro está cansado o no tiene más ganas. Para los italianos el perro ideal en la búsqueda de la trufa es el llamado 'lagotto romagnolo', especializado en la trufa blanca (tuber magnatum) o de Alba.