Justi, de 86 años, y Sonia, de 46, son madre e hija, las dos han contribuido a levantar una empresa familiar de fabricación y venta de quesos. En España hay un millón de empresas familiares y hay 650.000 mujeres empresarias. Detrás de la creación de 4 de cada 10 pequeñas empresas hay en nuestro país una mujer y son cada vez más las que aceptan el difícil reto de montar un negocio.

Sin apenas estudios Justi González decidió embarcarse junto a su marido en la creación de una quesería. Del autoconsumo pasaron a vender en mercados y después a multiplicar las ventas en buena parte del territorio nacional.

“Yo desde que tenía 9 años ya ordeñaba y estaba al cuidado de un rebaño de cabras. Para mí y desde pequeña lo normal ha sido trabajar. Después con mi marido pues él llevaba más la voz cantante y yo pues hacía todo lo que se necesitaba y me encargaba de la fabricación del queso fresco que hacíamos en la parte de abajo de nuestra casa” explica Justi.

Esto ocurría en los años 60 en La Rioja. Era el germen de la empresa Lácteos Martínez-Queso Los Camero que hoy exporta a 20 países y que gestiona la segunda generación que forman 4 hijos, entre ellos, Sonia Martínez. Tras formarse como ingeniera agrónoma es directora comercial en la compañía.

“Nuestra madre abrió puertas y rompió barreras y creo que hemos tenido la suerte de que se vea siempre como muy normal, muy normalizado el que la mujer trabaje, que haga muchísimas cosas y tenga responsabilidades”, subraya Sonia.

Aunque ella está satisfecha con vida, Justi considera que el papel de la mujer ha evolucionado bastante en estas últimas décadas: “yo entonces estuve muy a gusto y muy feliz, pero según va avanzando la vida, esto tenía que cambiar y está bien. Ahora es otra vida. Cada momento tiene lo suyo y yo me adapto a eso”.

Para esta viuda y cofundadora junto a Jesús Martínez de la empresa familiar el sueño sería que también la tercera generación continuara el negocio.

“Sería lo más bonito que la hayamos hecho los abuelos, que sigan los hijos y luego que continuaran los nietos”, señala.

Es algo en lo que coincide su hija quien explica a COPE que “de la tercera generación la mayor tiene 32 años y la más pequeña es mi hija de dos años y para ellos siempre que tengan los estudios necesarios la puerta está abierta”.

Hoy en día la empresa quesera está presente en más de 20 países entre ellos Estados Unidos, México o China y las exportaciones alcanzan el 6 por ciento de sus ventas. A pesar de la pandemia el año pasado mantuvieron la producción e hicieron 1.900 toneladas de sus productos con los que han logrado importantes premios internacionales.

Para Sonia los retos son ahora “lanzar productos nuevos cada año, hacer una mayor apertura internacional y dar continuidad a la empresa”.

Ubicada en la localidad riojana de Haro, Lácteos Martínez nos cuenta fue una de las primeras empresas de la zona tanto en puestos directivos y también en las fábricas donde, antes de la implantación de máquinas, era prácticamente imposible por el peso de los quesos. También las ganaderas, de estar trabajando en la sombra, han pasado a ser en su mayoría empresarias.

El reto pendiente para la igualdad es, en su opinión, que la maternidad no reste oportunidades laborales a las mujeres.

“Negar que la maternidad tiene un impacto en la vida laboral de las mujeres sería cerrar los ojos ante una obviedad. Yo he sido madre hace poco y me doy cuenta de las dificultades que hay sobre todo dependiendo un poco de los puestos de responsabilidad en los que quieras estar” señala.

El objetivo y para ello no se puede dejar toda la responsabilidad a la empresa, sino que también deben ponerse en marcha políticas públicas es que todas las mujeres puedan “estar en una posición cómoda y tranquila y que pudiéramos tener hijos sin tener una penalización laboral”.

“Si es cierto que hoy todavía hay una diferencia entre hombres y mujeres que está aún enraizada socialmente” subraya. A su juicio, la mejor forma de romper esa barrera “no es oponerse frontalmente a los hombres sino ir de la mano con ellos. Es un tema de educación y de incorporarlo en la sociedad poco a poco para generar el cambio. Intentar hacerlo de golpe y con una posición de rencor y frontal, en mi opinión, es imposible”.

En su empresa familiar el 8M suele haber un paro solidario de 10 minutos al que se incorporan las mujeres y hombres que lo deseen con total libertad. Lo importante resalta es que "más allá de lo visual que está bien, lo que debemos hacer es normalizar una situación en la que nadie tiene que ser superior a nadie".