• Miércoles, 24 de abril 2024
  • ABC

COPE

Noticias

SANIDAD CORAZÓN

Doctor Bonnín: "Aún recuerdo a los pacientes fallecidos en mi quirófano"

Javier Alonso

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 10:10

Javier Alonso

El cirujano cardíaco catalán afincado en Mallorca Oriol Bonnín dejó de contar el número de operaciones realizadas al llegar a las 12.000, pero calcula que anda por las 15.000. En 1984 realizó el primer trasplante de corazón con éxito en España, junto al doctor José María Caralps, en el Hospital Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.

En esta entrevista con Efe repasa su vida como cirujano. Celoso del secreto profesional, no desvela qué personalidades han pasado por sus manos, pero fue público que en 1991 practicó un doble "by-pass" al entrenador del Barça Johan Cruyff. A los dos meses regresó al banquillo. El doctor Bonnín es una eminencia en cirugía cardíaca. Este miércoles cumple 75 años y sigue al pie del quirófano.

P.- ¿No es fácil creerse un dios cuando uno se levanta por la mañana y salva vidas?

R.- No, nunca. Te sientes humano, haces algo con lo que ayudas a los demás, como hace mucha gente en la sociedad y en la vida. La obligación de cualquier cirujano es ayudar, como los padres ayudan a sus hijos o nos ayudan en la familia.

P.- Pero algo de orgullo...

R.- Bueno, es una satisfacción ver a personas que estaban moribundas y viven, se casan, tienen hijos, una vida e incluso juegan al futbito...Pero también es una profesión dura. Aún recuerdo a los pacientes fallecidos en mi quirófano, me vienen a la cabeza: si hubiera hecho esto, si hubiera hecho aquello....Sé que no es así porque a veces, hagas lo que hagas, el enfermo no sale adelante: no les has podido ayudar, ésa es la verdad y lo tienes que asumir.

P.- Hábleme de ese primer trasplante de corazón con éxito.

R.- El primer trasplante en España lo realizó el doctor Cristóbal Martínez Bordiu en La Paz en Madrid en 1968, pero a las pocas horas falleció el enfermo, algo que no era excepcional en aquella etapa inicial de trasplantes a nivel internacional.

Dieciséis años después retomamos esa operación, fue el 8 de mayo de 1984. Lo llevamos a cabo el doctor Caralps y yo. Recuerdo que fui al Hospital de Bellvitge a extraer el corazón del donante, Carlos, un chico de 21 años. Se realizó una extracción también de hígado, riñones y córneas.

A continuación se materializó el trasplante en el Sant Pau, una operación de cuatro horas. El paciente, de 29 años, vivió 9 meses más con una buena calidad de vida, pero falleció de rechazo de difícil detección.

Fue un hito importante para la sanidad española: se reiniciaron los trasplantes de corazón y la extracciones multiorgánicas. Para mí, sin duda, fue una gran satisfacción.

Los padres de Carlos tuvieron el consuelo de que los órganos de su hijo ayudaron a vivir a varios enfermos. Las donaciones tienen un indudable carácter humanitario.

P.- En su familia no hay médicos. ¿Por qué se hizo cirujano?

R.- Somos ocho hermanos y ningún médico más. Mi padre era economista. Veraneábamos en Castellbisbal, un pueblo del interior de Barcelona. Cuando tenía 14 años, tenía un amigo con el que jugaba al ajedrez porque no podía llevar una vida normal. Sufría una enfermedad del corazón que hoy se habría solucionado sin ningún problema, pero en aquellos años no se podía operar y murió a los 17 años. Mi padre me preguntaba qué quería estudiar y le respondía: cirugía cardíaca, y me miraba con cara de "qué dice éste".

Ahí nació mi vocación de cirujano: primero estudié Cardiología y después Cirugía, pero también saqué dos cursos de Periodismo que no terminé porque la cirugía me exigía horas y horas.

P.- Con el paciente, ¿hay que ser realista o dejarle una ventana abierta?

R.- El paciente tiene que tener la información suficiente, saber qué vas a hacer y los riesgos supone de la operación, pero también es muy importante advertirle de los riesgos de no operarse. Al mismo tiempo, no puedes crear un estado de pánico y siempre hay que dejar un periodo de reflexión para que decida.

Lo más difícil para un cirujano cardíaco es decirle al enfermo y a su familia que no le vas a operar porque su caso no tiene solución, ni trasplante ni nada.

P.- ¿Alguna obsesión en su trabajo?

R.- He sido obsesivo en vigilar que todo se haga correctamente dentro del quirófano y en controlar las infecciones para que el índice de mortalidad sea el más bajo posible; hay que hacer las cosas muy bien para que no haya incidencias, aunque a veces hay episodios incontrolables.

P.- ¿No hay que ser atrevido para operar del corazón a tu propia hermana?

R.- Me lo pidió ella, casi me lo exigió. Le comenté: Roser no me hagas esto, soy tu hermano. Ella me dijo que le daba igual, quería que la operara y la operé.

Es verdad que cuando entro en el quirófano me concentro totalmente en la operación y en la seguridad del paciente, sin ninguna distracción y sin mirar quién es el enfermo: famoso, deportista, actor, político o cualquier persona. Las enfermedades nos igualan a todos. Todos somos pacientes.

P.- ¿Ha llorado alguna vez por la muerte de un paciente?

R.- No soy muy llorón, pero sí me he quedado afectado profundamente por la muerte de un enfermo. Por más de uno, por varios. Es algo que te deja tocado durante días, a veces años. Les recuerdas siempre.

P.- ¿Y el caso más feliz?

R.- Muchos, de manera especial cuando el enfermo se daba por fallecido y no fue así. Los casos de mayor felicidad es cuando reparas el corazón de un bebé o un niño. En casa tengo una pared con dibujos que me regalan cuando son dados de alta. Casi todos son corazones de colores diferentes. Los guardo todos.

P.- ¿Quién ha sido su referente a nivel personal?

R.- Mi madre marcó mi vida. La cuidé mañana, tarde y noche cuando estuvo enferma de cáncer y ya era estudiante de primero de Medicina; ni me presenté a los exámenes, perdí un año de carrera que luego recuperé. Ella falleció. Es lo mejor que he hecho en mi vida.

P.- Ha cumplido 75 años, ¿cuándo será el momento de dejarlo?

R.- Bueno, siempre digo que en Cirugía Cardíaca hay dos cosas muy importantes: la mente y las manos. Tengo muy claro que en cuanto alguna de ellas me falle, lo dejaré inmediatamente. Todo tiene un principio y un final, mientras tanto haré lo que me gusta: he hecho lo que tenía que hacer.

Radio en directo COPE
  • item no encontrado

En directo