La última vez que España y Marruecos se enfrentaron se perdió un territorio clave: a 200 kilómetros de Canarias

De las construcciones españolas apenas queda nada porque el país africano ha tratado de borrar esa huella, lo mismo que hizo el franquismo con la derrota sufrida por el país

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Fuerte español, Tarfaya, región de Laayoune-Sakia El Hamra, suroeste de Marruecos

José Manuel Nieto

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La última guerra entre España y Marruecos no figura en los libros de historia escolar ni en los discursos oficiales. Tuvo lugar entre 1957 y 1958 y supuso una derrota silenciada para el régimen franquista. Se conoció como la guerra de Ifni-Sáhara, un conflicto no declarado que marcó el comienzo del fin del dominio español en África y cuyo desenlace aún repercute en las relaciones bilaterales y en la geopolítica del Magreb.

El franquismo lo quiso borrar

Todo comenzó cuando Marruecos, recién independizado de Francia en 1956, activó su visión expansionista del "Gran Marruecos", reclamando territorios más allá de sus fronteras: el Sáhara Occidental, parte de Argelia, Mauritania y, por supuesto, enclaves españoles como Ceuta, Melilla, Ifni y el Sáhara Español. Fue entonces cuando surgió el Ejército de Liberación Nacional (ELN), una guerrilla apoyada por Rabat que atacó de forma simultánea tres territorios controlados por España: Ifni, Tarfaya (entonces Cabo Juby) y el Sáhara.

En Sidi Ifni, los soldados españoles resistieron semanas asediados por fuerzas irregulares, mientras en el Sáhara la situación se tornaba insostenible. Solo la intervención conjunta de Francia permitió una contraofensiva en 1958 que debilitó a los insurgentes. Aun así, España perdió Cabo Juby, entregado a Marruecos mediante el Tratado de Cintra, y el régimen trató de ocultar lo ocurrido. Se evitaron los reconocimientos públicos, no hubo honores a los caídos, y muchos veteranos regresaron al anonimato. Como en otras derrotas, el franquismo eligió el silencio.

De base española a huella borrada

Uno de los territorios clave fue Tarfaya, una ciudad situada a escasos 200 kilómetros de las islas Canarias. Fundada por España sobre los restos de una factoría británica, este enclave se convirtió en una base militar que servía como escudo para proteger el archipiélago canario y controlar el acceso al norte de Marruecos. Allí se levantó el fuerte de Villa Bens, hoy completamente destruido. Marruecos, una vez recuperada la zona, ha hecho todo lo posible por borrar la huella española.

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Casa del Mar en Tarfaya, Marruecos

La construcción española en Tarfaya fue intensa entre los años 30 y 50. La ciudad llegó a contar con un importante aeródromo militar, una red de fortificaciones y una zona habitada por personal español. Hoy, sin embargo, apenas queda rastro. La narrativa oficial marroquí evita hablar de la presencia española, mientras que en España, el recuerdo ha quedado relegado a la memoria de unos pocos historiadores y militares retirados.

Pese a su importancia estratégica, la ciudad ha sido marginada en la memoria colectiva. Hoy es un destino turístico menor, especialmente apreciado por surfistas, y su puerto —que en su día conectó brevemente con Fuerteventura— sigue esperando una reapertura que el Gobierno central considera inviable por falta de infraestructuras. La línea marítima, que estuvo operativa solo dos meses en 2008, sigue siendo una asignatura pendiente.

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Tarfaya, Cabo Juby, parada del servicio de correo aéreo francés, inmortalizada por Saint-Exupéry, escritor francés

El caso de Tarfaya refleja cómo España, mientras se descomponía su imperio africano, renunciaba a territorios valiosos sin apenas resistencia diplomática. Lo que en su momento fue una plataforma geoestratégica clave quedó reducido a polvo, olvido y ruinas. Y Marruecos, con una política de consolidación territorial mucho más agresiva, supo capitalizar cada cesión.

Hoy, más de 65 años después, el conflicto sigue latiendo bajo la superficie. El Sáhara Occidental, último vestigio del dominio colonial español, sigue siendo un foco de tensión entre Marruecos y el Frente Polisario. Pero en el fondo de esa historia, está Ifni, está Cabo Juby, está Tarfaya, y está también una derrota que España nunca se atrevió a contar.

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