Julia, madre primeriza con un bebé de nueve meses, inventora de juguetes
Se cumple un año del confinamiento en España y recordamos cómo lo vivieron padres y abuelos

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Julia es madre de un niño de apenas dos años, cuando nos confinaron su pequeño tenía 9 meses y todavía no gateaba ni se ponía de pie. Aunque su marido teletrabajó en alguna ocasión, prácticamente ella pasó estos meses sola por las mañanas cuidando de un bebé y con la incertidumbre de lo que pudiera ocurrir.
Un año después, nos cuenta esta madre que lo que vivió en aquellos meses podría resumirse en algunas palabras, empezando por “miedo”. Algo que la mayoría sentíamos por contagiarnos del covid y en el caso de esta madre porque su bebé “cogiera cualquier otra enfermedad, virus… por el que tendrías que ir al centro de salud cuando no te atendían, no había citas telefónicas, no había medidas ni para los sanitarios… ante todo lo que estábamos viviendo”.
Ese miedo y preocupación que sentía Julia se une también a la intensidad con la que vivió esos días “en los que estuvimos encerrados en casa 24 horas al día con el bebé, que ya de por sí era intenso, por lo que esas 24 horas se hacían muy largas”. Y recuerda cómo pasaban esas largas horas en las que el pequeño “quería siempre estar en brazos, muchos llantos, mucho pecho… e intentabas calmarlo, entretenerlo y si lo conseguías, al día siguiente no te valía nada de lo que habías hecho el día anterior”. De esta manera, estos padres se convirtieron en fabricantes de juguetes, inventores de juegos y contadores de cuentos para conseguir entretener a un hijo que por su edad no podía entender nada de lo que ocurría a su alrededor.
Tal es así la cosa que como relata esta madre “llegamos a tener como un síndrome de Diógenes, de guardar todas las cosas que nos servían para inventarnos juguetes. Desde una garrafa de agua hasta cajas, cualquier cosa no servía porque claro de sus juguetes ya se cansaba el bebé y tampoco podía estar todo el día mirando una pantalla de televisión”.
Al fin y al cabo se trató de un periodo de “adaptación” y “cambio de mentalidad” pensando “siempre que te estabas perdiendo muchas cosas y sobre todo que tu bebé se está perdiendo muchas más cosas todavía: el no poder ver a sus abuelos, disfrutar de su familia, de amigos, no poder salir a la calle…”, se lamenta Julia que no olvida “que a pesar de todo había que ser consciente de que lo primero y más importante es la salud y aunque él no lo entendiera tan chiquitín, era lo que lo que tocaba”.
Mucho se ha hablado de las secuelas que ocasiona el coronavirus, de los trastornos que han sufrido algunas personas tras el confinamiento, y en este aspecto nos cuenta esta madre la experiencia una vez que ya nos dejaron salir a la calle “el bebé lo pasó mal, al niño le daba pánico salir a la calle” y nos describe cómo fue la primera vez que sacaron al bebé de casa “iba en el carrito y miraba con cara de miedo el ascensor, y luego cualquier persona o amigo que se acercaba –a los que saludábamos de lejos, manteniendo la distancia y demás - se ponía a llorar”. Y nos explica que esto ocurría porque para su hijo durante unos meses su mundo “solo era su papá y su mamá, no había nadie más, porque aunque hiciéramos videoconferencia con los familiares y demás pues él no entendía ese contacto tan directo con otra persona y eso le asustaba y le daba miedo”.