Muchos reparan en la joven, entre ellos, el prefecto romano, ante quien Regina descubre su Fe. Esto le acarrea ser apresada y encarcelada, creyendo el prefecto que, a la vuelta de sus empresas por el imperio, Regina habrá mudado de pensamiento. Sin embargo, ella se reafirma más en su condición de cristiana, mostrándose valiente ante lo que esto pueda suponerle. Será entonces cuando le instan a ofrecer sacrificios a los ídolos. Ella, rechaza esas tentaciones por lo que sufre muchos tormentos, hasta que, por fin, muere degollada. Su manera de enfrentarse al martirio, arrastra a muchos que lo presencian, a la conversión y al cambio de vida. Así se pone de manifiesto, una vez más, de lo que es capaz un alma por amor al Reino de Dios. Iconografía de la Santa: Se representa con la palma, símbolo del martirio por Cristo y también se le sitúa junto a ella una paloma, evocando que, en el momento de su muerte apareció precisamente una paloma blanquísima que convirtió a muchos d elos que estaban allí presentes. Otros Santos: Fausto, Eustaquio y Severino.