Tras contraer matrimonio, tuvieron un hijo, Illán, también Santo. A lo largo de su vida sufrió algunas calumnias. La calumniaron ante su marido, quien la vió cruzar sobre su capa el Jarama (crecido afluente del Tajo), lo que se consideró un juicio de Dios que probaba su inocencia. Sobrevivió a San Isidro y fue enterrada en la ermita que con tanto amor visitaba. Inocencio XII aprobó su culto en el 1697. Se trasladaron sus reliquias a Madrid para unirlas a las de su esposo, San Isidro Labrador. Iconografía: La representación de Santa María de la Cabeza es con túnica y ropajes de labor en casa y en el campo. Otros Santos: Nuestra Señora de Aránzazu, Nuestra señora de Gracia y Nuestra Señora de Covadonga.