Toneladas y toneladas.. y más toneladas de ropa usada. La escena es dantesca. Camisetas, pantalones, o zapatos de cualquier talla y marca sobresalen por los huecos de puertas y ventanas de una nave industrial. Tiene más de 2 mil metros cuadrados. Es propiedad de una entidad bancaria. Alguien durante la pandemia, la okupó y comenzó a llevar acumular las prendas, pero de pronto, desapareció. Los empresarios de las naves colindantes temen que cualquier chispa desencadene una tragedia.

La calle Plomo de este polígono industrial La Fraila, de Humanes de Madrid, es estrecha. Está semi-abandonada. No hay empresas, no pasan coches. A la derecha, la estructura de una nave ya anticipa el vertedero que nos vamos a encontrar con pequeños montones de zapatos, bolsos, camisetas..

Pero cuando llegamos al número 5, es imposible no quedarse boaquiabierto. Su estructura sigue en pie. Ventanas y puertas tratan de aguantar el peso de las ingentes toneladas de ropa. Camisetas, abrigos, sudaderas, algunos incluso en buen estado, de cualquier talla y marca.

Para acceder a su interior hay que escalar una montaña de casi 3 metros de ropa. Con cuidado de no hundirnos, y de no tocar palomas o ratas muertas, subimos hasta la segunda planta, donde sigue habiendo más montones.

Lo hacemos con José. Su empresa está pared con pared con la nave. "El riesgo que tenemos es que esto eche a arder. Una colilla, un cristal pueden provocar una tragedia. El miedo es que es el que polígono salga en llamas porque esto sería incontrolable y perderíamos nuestro puesto de trabajo", cuenta José. Por si no fuera poco, otra de las empresas cercanas es una compañía de madera y carbón vegetal. "La columna de humo llegaría hasta Madrid", explica José.

EL ORIGEN DE LA ROPA

El inmueble pertenece a una entidad bancaria. Localizamos a su último propietario que nos cuenta la historia. "Compramos la nave entre mi hermano y yo para montar un negocio. Nos costó mas de un millón de euros, pero llegó la crisis, la cosa no fue bien y en el año 2015 tuvimos que entregarla al banco para condonar la deuda", asegura.

Hasta la pandemia, el inmueble permaneció sin actividad pero, en ese momento, "empezamos a ver gente con furgonetas y camiones que venían con la ropa y la descargaban, pero pensando siempre que era una actividad legal", cuenta José. Dos años después, el dueño desaparece, dejando allí la mercancía. Es ahí cuando empiezan a sospechar que la nave hubiera sido 'okupada'.

"Hemos denunciado a la Policía y a la Guardia Civil, pero nada se ha hecho", expone. Desde el ayuntamiento se desentienden del asunto. "Es una empresa privada, no podemos hacer nada. Hemos limpiado la zona a pesar de que no es competencia nuestra, sino del parque empresarial", aseguran fuentes consistoriales.

La empresa de José ha intentado comprarla pero los números no salen. "Cuesta casi más limpiarla, que la propia nave", dice entre risas.

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