A principios de octubre empezó el peor infierno para una mujer nicaragüense de 31 años. Esta joven se queda sin hogar y desamparada en la calle, llevando únicamente consigo una maleta pero sin nada de dinero. Deambulaba por la calle Bailén hasta que se encuentra a un hombre, un mendigo de 60 años que decide acogerla en unas chabolas de Bailén, donde vive. Ella acepta creyendo en las buenas intenciones del hombre pero lo que no se esperaba es que al llegar es violada por este individuo y después por otros más que había allí. La secuestran y los días siguientes la llevan a un piso de la calle Ballesta, donde la prostituyen. Para evitar que pudiera huir, por las noches en la chabola, la atan de pies y manos. Para mantenerla intimidada la amenazan con martillos, destornilladores y machetes y además también la pegan con unos guantes de boxeo. Después la maquillan para disimular los golpes y la marcas.

Durante dos semanas tiene que sufrir todos estos maltratos y vejaciones hasta que un día en un descuido de sus secuestradores consigue escapar. Todavía en estado de shock logra llegar a la plaza de Tirso de Molina, donde tiene la suerte de cruzarse con una patrulla de policía. Les para y les cuenta a los agentes todo lo que estaba viviendo. Les lleva al piso de la calla Ballesta y luego a la chabola donde comprueban que ahí están las bridas y los guantes. Después de una rápida investigación, detienen a diez hombres de entre 60 y 69 años y de diferentes nacionalidades: española, búlgara, rumana, iraní y marroquí. También hay una mujer implicada que era la que se encargaba de vigilar que no se escapara. Todos ellos tienen antecedentes y están acusados de delitos de agresión sexual, amenazas graves, detención ilegal, pertenencia a organización criminal e inducción a la prostitución. Ya han pasado a disposición judicial.