Ha comenzado ayer en Sevilla la celebración de la 43 Semana Social de España, organizada por la CEE, que entronca con la histórica aportación de estas Semanas en diversos países de Europa. En esta edición se centra en la aportación de los cristianos a la regeneración de la vida pública. En su saludo el Papa Francisco alienta un nuevo humanismo que haga posible la fraternidad y que termine con la indiferencia y la hiperinflación del individualismo. El nuncio apostólico, Bernardito Auza, recordó a los participantes que la aportación cristiana al diálogo social, en un momento de polarización en que la ruptura parece imponerse al encuentro, consiste en recuperar la experiencia y el concepto de “bien común”, que se caracteriza por servir a la persona, centro del orden social, económico y político. Sobre todo ello se reflexiona en Sevilla, con la participación de representantes de la política, la empresa y la sociedad civil.

El secretario de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, subrayó en la ponencia inaugural que hoy está en cuestión el significado de lo humano y, ante eso, la Iglesia quiere hacer presente el amor de Dios mediante la presencia de los cristianos en la plaza pública. Esa presencia implica el anuncio de la Verdad sobre el Hombre y la Historia, la denuncia de situaciones de injusticia y la cooperación a los cambios positivos de la sociedad y al verdadero progreso del hombre. También subrayó la aportación de los creyentes, con su palabra y con sus obras, a la fraternidad universal que alienta el Papa en la encíclica Fratelli Tutti: “somos una única humanidad, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”.