El Gobierno de Marruecos protesta con solemnidad y lo hace también el Parlamento marroquí. La respuesta de la Unión Europea a través de su Parlamento ha sido duramente contestada. Marruecos considera que España instrumentaliza las instituciones comunitarias y que el asunto es bilateral. Según ellos ni han usado a menores marroquíes para presionar a España, ni hay más responsable de lo sucedido que España y su Gobierno, que pretende europeizar una crisis bilateral.

Pero Marruecos sabe que, pese a las divergencias, Europa tiene una frontera sur que es España y una política migratoria que ha hecho que tampoco las relaciones con Alemania sean óptimas. Marruecos no quiere tutelas y aunque sabe que sus relaciones con Europa deben seguir siendo buenas reclama ser tratado como un igual. Pero olvida que para ello es preciso cumplir con los Tratados, respetar las normas internacionales, asumir los deberes que le corresponden cómo Estado firmante de las Convenciones internacionales y acudir a la Diplomacia y no al chantaje.

Y por último y no menos importante, al gobierno marroquí se le olvida obedecer y respetar el orden internacional que dicta que Ceuta es una ciudad española, y no un territorio, un enclave, o una ciudad ocupados. Firmeza moral, claridad diplomática e inteligencia política, son los recursos que España debe poner en juego para resolver esta crisis que Marruecos pretende dilatar, porque advierte la debilidad de nuestro gobierno.