Madrid - Publicado el - Actualizado
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Mientras el gobierno de Cataluña se empeña en una irreal agenda secesionista, financiada ahora por unos ficticios presupuestos condicionados por la necesidad de destinar dinero a las nuevas estructuras del Estado catalán, en el sector de partidos constitucionales se ha producido una incomprensible fractura.El PSOE, en contra de su tradición más acrediatada de ser un partido defensor de la unidad de España, parece dar un balón de oxígeno a los nacionalistas al apoyar en el Congreso la toma en consideración de la reforma del Tribunal Constitucional propuesta por el PNV. Una reforma que propone, entre otras cosas, que la pena a los políticos que no cumplan las sentencias del Tribunal Constitucional se sustancie con una multa y no con la inhabilitación.El PSOE añade a la incertidumbre sobre su liderazgo de la izquierda, una contradicción más que agrava el desconcierto entre sus bases. Si bien es cierto que el apoyo del PSOE a esta iniciativa en el Congreso está relacionada con su coalición con los nacionalistas en el País Vasco, no lo es menos que la decisión supone una ayuda indirecta a las pretensiones nacionalistas catalanas y vascas. La ruta que se había marcado la Gestora del PSOE se traba y desacredita con estos peligrosos fuegos de artificio.