Los Presupuestos para 2022 han sido aprobados con el independentismo catalán dividido y el nacionalismo vasco y abertzale hecho un bloque. La aritmética parlamentaria ha sido la misma que la del año pasado y, como entonces, la cuota que los nacionalistas se han cobrado es alta.

Los Presupuestos de esta legislatura se aprueban a base de concesiones que no piensan en España en términos de bien común sino de intereses de parte. La inmersión lingüística en Cataluña, el aumento de las cuotas en el uso del catalán en la nueva Ley audiovisual, el aumento de las inversiones en Cataluña o la transferencia de fondos europeos a entidades privadas en Cataluña son los triunfos del independentismo catalán que ha votado dividido. El PNV y Bildu, por su parte, son un bloque como ha quedado claro en la Cámara.

Unos y otros consiguen satisfacer las demandas de grupos cerrados e indentitarios que se mueven en la política a base de amenazas secesionistas. No hay estabilidad real con este modo de hacer política, sien embargo Sánchez parece sentirse cómodo, sin crítica alguna en el seno de su partido. Tampoco los barones regionales, alguno de los cuales está claro que no comulga con las tesis sanchistas, se atreven a abrir la boca. Así las cosas y con una aritmética parlamentaria como la que se da en España es impensable, en el corto plazo, que el rumbo cambie. Por eso, más que nunca, el acuerdo de las fuerzas de centro derecha que pueden conformar una alternativa es una cuestión de interés nacional.