España tiene dos tristes récord con el problema de la droga. Es uno de los países de la Unión Europea donde más se consume cocaína y cannabis. Y es también uno de los países donde más incautaciones de hachís se registran. La pandemia no ha aplanado la curva del consumo, del tráfico y del cultivo de la droga en España. El centro logístico del narcotráfico se localiza en Málaga, al que se une la zona de Levante, Cádiz y Sevilla como puntos estratégicos de entrada de droga a través de contenedores.
Y ahora a todo eso hay que sumar los cultivos de marihuana, explotados, sobre todo, por mafias de los países del Este. Los cultivos de marihuana cuentan con un potente aliado. Se suele pensar la marihuana es una droga blanda. Es una trampa, no existen drogas blandas. La marihuana suele convertirse en una droga de iniciación.
Esta situación requiere voluntad política y eficacia policial. Pero el alto nivel de consumo de drogas indica una pandemia silenciosa de infelicidad. Quizás haya que empezar a desterrar el tópico de que somos un país de gente feliz, con buenos amigos, que irradia felicidad bajo un sol mediterráneo. El abuso de la cocaína, del cannabis y de la marihuana son síntomas de inseguridad, de soledad y pérdida de sentido de la vida. Un gran desafío de fondo para el que no son suficientes las leyes y la política.