La "cumbre" de la OTAN, que se celebra en Madrid a partir de mañana, ha sido precedida por sendas reuniones de máximo nivel de la Unión Europea y del G-7, que hoy termina en Alemania. Las tres "cumbres" que han coincidido en el tiempo tienen un objetivo común: hacer frente a la inseguridad mundial provocada por la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin y, sobre todo, articular un nuevo orden internacional, teniendo en cuenta los desafíos que plantean Rusia y China.

De momento, la Unión Europea se prepara para prohibir la compra de gas a Rusia a partir del próximo año, mientras los "siete grandes" ya han decidido dedicar un fondo de 600.000 millones de dólares para afrontar el desastre que se avecina en los países menos desarrollados por la falta de recursos energéticos y de alimentos.

La asamblea de la OTAN estará enfocada en el devenir de la guerra en Ucrania, la ayuda militar y económica a este país, candidato ya a la integración en la Unión Europea, así como en la creciente inseguridad del Sahel africano, donde Rusia coloca sus peones. También habrá de solventarse la petición de Finlandia y Suecia de integrarse en la Alianza Atlántica, disolviendo las reticencias de Turquía.

La OTAN afronta la urgente necesidad de un nuevo planteamiento estratégico que debe mirar más hacia el flanco sur, de gran interés para España, y también la necesaria pedagogía entre sus miembros, en un momento de grave incertidumbre para la seguridad y para nuestras formas de convivencia.