En plena campaña electoral madrileña, el Gobierno ha anunciado una reforma fiscal cuya tónica fundamental será una fuerte subida de impuestos. En este momento en que los efectos de la crisis se agudizan, tanto el Estado central como las Comunidades Autónomas necesitan más dinero y la forma más simple de conseguirlo es hacer que el esfuerzo recaiga sobre los ciudadanos. Uno de los principales argumentos de la ministra María Jesús Montero es que en España estamos por debajo de los estándares de la presión fiscal europea. En realidad, lo que sucede es que nuestra recaudación está por debajo de la media europea debido a la combinación de salarios bajos, alto desempleo y mucha economía sumergida. Otro de los objetivos de esta reforma sería meter en cintura a una Comunidad como la de Madrid, que con bajos impuestos ha conseguido un envidiable dinamismo económico, siendo además la que más aporta a la solidaridad nacional.

La solidaridad de todos es una exigencia para salir de una crisis de enormes dimensiones, pero es preciso establecer los instrumentos más eficaces, también en materia fiscal. Es necesario mejorar nuestro sistema de impuestos, pero no desde una óptica simplona e ideológica. Lo principal es relanzar la economía y la capacidad de generar empleo, y subir los impuestos indiscriminadamente no es la mejor estrategia. También es necesario abordar la reforma de la administración, nuestro demencial déficit público y el sistema de financiación de las Autonomías. Tareas que van más allá de una coyuntura electoral en la que el gobierno va a la desesperada.