El acercamiento masivo y sin atender a criterios penitenciarios de los presos de ETA a las cárceles del País Vasco, a raíz de las transferencias de Pedro Sánchez en octubre del año pasado, está provocando una justa reacción de las víctimas que ven cómo los asesinos de sus familiares disfrutan ya de regímenes de semilibertad sin haber manifestado un mínimo arrepentimiento. ETA ha desaparecido como grupo terrorista activo, pero lo que no ha desaparecido es el proyecto político perseguido por la banda, ni el caldo de cultivo social y cultural de exclusión y violencia en el que sigue inmersa una parte de la sociedad vasca.

Ante este clima, favorecido por el sometimiento del Gobierno socialista a las demandas de Bildu a cambio de su apoyo, la Plataforma NEOS ha celebrado un acto de memoria en el que el protagonismo correspondió al testimonio de los familiares de varias víctimas del terrorismo. Fernando Mújica, hijo del histórico dirigente socialista, señaló en el acto que “a las víctimas no nos corresponde determinar la política penitenciaria”, pero calificó de “tragedia” el hecho de que las formaciones políticas mayoritarias en el País Vasco, PNV y Bildu, “compitan por ver quién es más benévola con los presos etarras”. La altura moral de una sociedad se mide por su capacidad de acoger, acompañar y dar voz a las víctimas, y hacer posible la necesaria justicia para sustentar la convivencia.