La guerra en Ucrania está siendo devastadora. No solo para el país invadido, también para Rusia. Más de 45.000 soldados rusos han perdido la vida desde que comenzó el conflicto. No son comparables las pérdidas de vidas humanas con los daños al medioambiente. Pero tampoco esos daños se pueden olvidar. El reciente sabotaje en los gaseoductos Nord Stream 1 y 2 puede estar provocando la mayor fuga de metano de la historia.

Tradicionalmente, asociamos el cambio climático a las emisiones de Dióxido de Carbono, pero las emisiones de metano también son relevantes. El metano actúa de un modo diferente. Una vez que es emitido solo permanece en la atmósfera durante nueve años, pero su potencial en el calentamiento global es casi cien veces mayor que el del C02.

Las fuentes de emisión de este hidrocarburo son variadas: la agricultura, la ganadería, y el uso de los combustibles fósiles. El metano se está acumulando en la atmósfera porque la actividad humana lo produce a un ritmo mucho más rápido del que está siendo destruido. Las políticas agrícolas y de gestión de residuos que se han llevado a cabo en Europa han reducido de forma significativa la contaminación, pero el problema fundamental que hay que atajar son las fugas en las instalaciones de gas y petróleo. La guerra puede ayudarnos a ser conscientes de la importancia de este frente en la lucha para cuidar el medio ambiente.