Línea editorial COPE: Necesaria distensión

El viaje a Pekín del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, y su reunión con el presidente Xi Jin Ping, han servido para relajar la tensión entre las dos grandes potencias.

Las relaciones entre los dos países se encuentran en el peor momento desde hace décadas. La visita de Blinken es la primera de un jefe de la diplomacia de Estados Unidos desde hace cinco años.

Cuando Pekín y Washington establecieron relaciones diplomáticas, en 1979, se firmó un tratado que se ha ido renovando aproximadamente cada cinco años.

Desde entonces se han desarrollado intercambios académicos y comerciales. Esos intercambios ayudaron a China a convertirse en una potencia tecnológica y militar.

Ahora Estados Unidos quiere evitar que Pekín le robe sus logros científicos y comerciales. Prueba de ello es la “renacionalización” de la industria de los microchips que impulsa la administración Biden.

Estamos ante un buen momento para reducir la escalada entre las dos grandes potencias para evitar una nueva guerra fría. China no renuncia a aumentar su influencia económica y diplomática en el mundo, pero es también consciente de la debilidad de su economía y de lo que han supuesto sus errores en la gestión de la pandemia.

La diplomacia puede ayudar a reducir la tensión y a rebajar el contenido ideológico de la creciente presión de China en el mundo. El realismo, la defensa del Derecho Internacional y de la seguridad mundial, convergen en esta ocasión.