La noticia de una prestigiosa revista médica ha venido a quitar titulares a la crispación que conlleva toda campaña electoral: la recuperación de la capacidad de caminar de un tetrapléjico gracias a un mecanismo de neuro-ingeniería desarrollado por un equipo médico internacional.

La noticia está dando la vuelta al mundo por el ingenio de este equipo que ha logrado conectar la médula espinal del paciente con el cerebro. El resultado ha sido la recuperación del control del movimiento de las piernas.

El paciente es un noruego de 40 años llamado Gert Jan Oskam que hace tiempo sufrió un accidente de bicicleta y quedó paralítico. La conexión médula-cerebro se ha realizado mediante dos implantes desarrollados con recursos de inteligencia artificial que han reactivado las funciones neurológicas perdidas, además de generar otras nuevas.

La noticia nos habla del bien de la vida humana, de su cuidado y reparación, frente a los discursos de la cultura de la muerte. Hoy mismo vemos en otros titulares de corte político, el llamamiento de la ministra de Igualdad para que los hospitales contraten a médicos que quieran practicar abortos.

Frente a los milagros de la vida, lo que se propone a veces desde el poder político o cultural es lo contrario de lo que piensan y desarrollan los auténticos científicos que saben perfectamente que su meta es salvar vidas y mejorar su calidad.

Que un paralítico pueda volver a caminar es todo un desafío a una cultura nihilista que, ante la dificultad y el dolor, sólo propone como salida la muerte.