Lo que ocurrió ayer en la sesión parlamentaria del Congreso demuestra que en estas condiciones la gobernación de España es difícilmente viable.

Como reconoció en voz alta Yolanda Díaz, “así no se puede gobernar”. Aunque los socialistas consideren una victoria haber conseguido que se aprobaran ayer, in extremis, dos de los tres decretos leyes presentados para convalidar en el Parlamento, lo que se ha escenificado es el caos al que llaman legislatura.

Carles Puigdemont tiene sometido a Pedro Sánchez a un chantaje permanente y no desaprovecha oportunidad para convertir las negociaciones en extorsiones que terminan con inadmisibles medidas como la de la cesión de la política migratoria a la Generalitat, de dudosa constitucionalidad, o la concesión de privilegios económicos a costa del bolsillo de los españoles.

Sánchez es capaz de conceder a Puigdemont todo lo que le pida con tal de poder seguir en La Moncloa. Quien pensara que con la amnistía sería suficiente, se equivocaba. Y Puigdemont es capaz de seguir humillando a Sánchez con tal de presentarse como el salvador de Cataluña en las próximas elecciones de esa Comunidad Autónoma.

A este esperpento hay que sumar la infantil venganza de Podemos contra Yolanda Díaz, aderezada por la soberbia de la vicepresidenta y las ganas de protagonismo de Iglesias y Belarra.

Convendría no olvidar que el responsable último de este desatino es Pedro Sánchez que, en vez de poner fin a este disparate con un pacto con el principal partido de la oposición, ganador de las pasadas elecciones, está dispuesto a seguir alimentando a un huido de la justicia que no tiene el menor escrúpulo a la hora de humillar a España.