Miles de cubanos están saliendo a las calles en diferentes lugares de la isla para gritar en favor de la libertad, contra la tiranía comunista y contra la escasez de alimentos y medicinas que padece el país, en la peor crisis económica que se recuerda en los últimos 30 años, agravada por la pandemia global del covid19. El presidente Díaz Canel no ha tardado en cortar buena parte de la, ya de por sí, deficiente red de internet, y en ordenar reprimir por la fuerza las manifestaciones en las calles.

Los gritos de libertad del pueblo cubano, por desgracia, no están teniendo el eco necesario en muchos medios de comunicación, ni en las cancillerías de algunos gobiernos que, desde la falsa prudencia, prefieren mirar para otro lado, de momento. Estados Unidos ya ha mostrado su preocupación y habrá que esperar para ver cuál es la posición oficial de la UE.

Conocemos bien la importancia geoestratégica de Cuba en el tablero de las relaciones internacionales. Por eso mismo se debe afrontar la crisis con el mayor grado de responsabilidad posible, teniendo claro que no es posible sofocar permanentemente las ansias de libertad de un pueblo que lleva tanto el dolor como la esperanza inscritos en su corazón. Ha llegado el momento de retomar aquellas proféticas palabras de san Juan Pablo II y de pedir que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba para poder acompañar a los cubanos en esta nueva encrucijada.