Es una buena noticia que Bruselas haya aprobado el plan de reformas presentado por el Gobierno para acceder al fondo de recuperación europeo. Sin embargo, la maquinaria de propaganda de La Moncloa trata de dejar en un segundo plano la principal exigencia de la Unión Europea: la unidad política para gestionar esos fondos, de los que este año llegarán 19.000 millones, un 30 por ciento menos de lo presupuestado por el Gobierno. La respuesta que pretende dar Sánchez a esta condición es la convocatoria de una conferencia de presidentes autonómicos, pero no contempla un gran acuerdo con las principales fuerzas de la oposición, como se le viene reclamando desde el inicio de la pandemia.

El rumbo de Sánchez no contempla ningún acuerdo con el Partido Popular, porque eso es incompatible con la estabilidad de su mayoría Frankenstein y con su hoja de ruta en Cataluña, que le ha llevado al colmo del despropósito al acusar en sede parlamentaria al Gobierno de Mariano Rajoy de haber provocado la sedición catalana.

Sin embargo, tarde o temprano Sánchez se dará de bruces con la realidad. La llegada de los fondos europeos requiere profundas reformas en materias como las pensiones y el mercado laboral que necesitan un amplio apoyo, como ayer le recordó la presidenta Von der Leyen. Y el desafío independentista terminará obligándole a buscar el apoyo de las principales fuerzas constitucionalistas a las que no ha dejado de despreciar desde su investidura.