Determinados debates sobre el uso del lenguaje ejemplifican la situación política, cultural y social en la que nos encontramos. La Comisión Europea acaba de retirar un documento en el que se pedía que los organismos europeos felicitaran las fiestas en los próximos días sin utilizar la palabra “Navidad”. El argumento utilizado por la Comisaria Europea de Igualdad, Helena Dalli, ha sido que no era un documento maduro y no cumplía los estándares de calidad de la Comisión, después de que justificara su propuesta afirmando que en Europa existen mucha sensibilidades y formas de celebrar estas fiestas.

Lo que no ha dicho la responsable europea de políticas de Igualdad es que la propuesta produjo un profundo rechazo social y político. El cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, ha recordado a los responsables de la maquinaria europea que Europa debe su existencia y su identidad a muchos aportes, pero uno de los principales, si no el principal, es precisamente el cristianismo. “Anular la diferencia y destruir las raíces significa destruir a la persona”, ha comentado el cardenal Parolin.

La raíz cristiana ha propiciado, precisamente, que Europa sea un espacio abierto a la razón, marcado por la estima de la libertad y el diálogo. En un momento en que la Unión afronta procesos de deslegitimación interna por parte de algunos países miembros, y también por sectores de la ciudadanía, las instituciones europeas no deberían provocar división sino consolidar las bases del sueño de los padres fundadores.