Un día para derretir los corazones de piedra
La Iglesia universal celebra cada 8 de diciembre la solemne festividad de la Inmaculada Concepción, un dogma proclamado por el Papa Pio IX el 8 de diciembre de 1854
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Actualizado 14:41
Celebra hoy la Iglesia universal la solemne festividad de la Inmaculada Concepción, un dogma proclamado por el Papa Pio IX el 8 de diciembre de 1854, que era reclamado por el pueblo fiel desde los albores del cristianismo. Fue el mismo Papa el que dispuso la elevación de un monumento a la Virgen María, bajo la advocación de la Inmaculada, en la Plaza de España de Roma, junto a la embajada española, para recordar esta solemnidad. Desde hace ya 68 años, la bella imagen de la Inmaculada, situada en lo alto de una columna de doce metros, es visitada cada 8 de diciembre por los Papas para conmemorar la solemnidad de la fecha, en la presencia multitudinaria de los fieles, un acto que se tuvo que interrumpir el pasado año a causa de la pandemia y que hoy tampoco se podrá celebrar por la misma razón.
Sin embargo, el Papa Francisco no ha dejado de acudir a la cita esta misma mañana, de madrugada, para rezar ante el monumento. Si el propio Francisco compuso una emocionada oración específica para pedir la protección de la Virgen en la pandemia, hoy ha acudido en solitario con la emoción viva de su reciente visita a Lesbos y pedir la sanación de los pueblos que sufren severamente las guerras y tantas crisis, así como para que se derrita el corazón de piedra de los que construyen muros para protegerse del dolor ajeno. Realmente, en todas las oraciones que se elevan a la Virgen María cada día, confluyen todos dramas y desafíos que afligen a un mundo que parece alejarse de Dios, pero que está cada vez más necesitado del amor y la esperanza encarnados en la Inmaculada.
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