• Jueves, 25 de abril 2024
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La soberanía del Sáhara Occidental, un conflicto que afecta a la diplomacia desde hace varias décadas

Con esta decisión, Washington cierra la puerta a un posible referéndum de autodeterminación, tal y como se recoge en los acuerdos de alto el fuego firmados en 1991

La soberanía del Sáhara Occidental, un conflicto que afecta de lleno a España desde hace varias décadas

Tiempo de lectura: 5'Actualizado 01:15

Donald Trump ha reconocido este jueves, a seis semanas de dejar la Casa Blanca, la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, a cambio del pleno establecimiento de las relaciones diplomáticas de Marruecos con Israel.

De esta manera, Marruecos se convierte en el cuarto país árabe que acuerda normalizar sus relaciones con el Estado judío. Trump toma esta decisión histórica antes de entregar el poder el próximo 20 de enero y todavía sin haber reconocido su derrota en las elecciones presidenciales del pasado mes de noviembre.



En este sentido, Estados Unidos es en este momento el único país occidental que reconoce la soberanía del reino alauí sobre el Sáhara Occidental, territorio controlado por Marruecos desde que España abandonará su colonia en 1975. Con esta postura, la política de Washington da un giro total respecto al Sáhara y establece una postura diferencial respecto a las resoluciones de la ONU. Ahora, la pelota está sobre el tejado de Joe Biden para saber si revertirá esta medida una vez que llegue a la Casa Blanca.

Sorpresa en la ONU ante la decisión de Trump

El principal portavoz del Secretario General de la ONU, Stéphane Dujarric, anunció minutos después del mensaje de Donald Trump, que la ONU considera el tema del Sáhara Occidental como asunto de descolonización y que su posición no ha cambiado pese al reconocimiento por parte de los Estados Unidos. El anuncio del presidente saliente de EE. UU., Donald Trump, tomó por sorpresa a la ONU, que lleva décadas ocupándose de la cuestión de la excolonia española y que hasta ahora no ha sido capaz de romper el bloqueo pese a sus muchas iniciativas.

EE. UU. cierra la puerta a un referéndum

Con esta decisión, Washington cierra la puerta a un posible referéndum de autodeterminación, tal y como se recoge en los acuerdos de alto el fuego firmados en 1991 por Marruecos y el Frente Polisario ante la ONU. Marruecos llevaba varias décadas persiguiendo este reconocimiento. El Palacio Real de Marruecos emitió un comunicado durante la tarde del pasado jueves en el que se comprometía a reanudar las relaciones diplomáticas con Isarel "lo antes posible" y a autorizar los vuelos directos para el transporte de la comunidad judía marroquí y los turistas israelíes desde y hacia a Marruecos.

El Gobierno español insiste en el "respeto a las resoluciones de la ONU"

La ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya, ha afirmado este jueves que España se mantiene en el "respeto a las resoluciones de la ONU" para encontrar una solución al contencioso del Sáhara Occidental. González Laya se ha referido en la misma declaración al Sáhara Occidental y al proceso de paz en Oriente Próximo, ambos relacionados con el acuerdo que ha desvelado Trump y en ambos casos se ha remitido a la ONU.



De este modo, ha dado la "bienvenida" a la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel, igual que a "todas las que han tenido lugar en las últimas semanas", pero ha puntualizado que "queda por resolver" tanto "la paz entre israelíes y palestinos" como "la paz en el Sáhara Occidental". "En ambos casos la posición de España es muy clara, respeto a las resoluciones de la ONU para buscar una vía de solución a esas dos cuestiones", ha dicho.

Pero la realidad es que el anuncio de Estados Unidos afecta de forma directa a España. Desde el punto de vista legal sigue siendo la potencia administradora del Sáhara Occidental y debe velar por su descolonización, fracasada. El segundo tiene un importante carácter práctico y social. Esta decisión de Estados Unidos se produce en un momento de repunte de llegadas de migrantes desde la costa marroquí a las Islas Canarias. De ahí que Marruecos pueda utilizar la crisis migratoria como elemento de negociación con España.

Por últimos, los objetivos de Marruecos no terminan en el Sáhara Occidental, cuya ocupación es contraria al derecho internacional y no reviste de legitimidad histórica. Los objetivos también se centrarían en Ceuta y Melilla, ya que su marroquidad es reivindicada desde su independencia. Su devolución llegó incluso a ser solicitada formalmente en 1994.

Una historia convulsa

El Sáhara Occidental figura desde 1965 en la lista de territorios no autónomos y, como consecuencia de la guerra que libraron Marruecos y el Frente Polisario entre 1975 y 1991, es un asunto fijo en la agenda del Consejo de Seguridad, el órgano encargado de los asuntos de paz y seguridad. El Consejo de Seguridad fue quien en 1991 acordó crear la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) como parte de un arreglo que preveía un período de transición para preparar la celebración de una consulta en la que el pueblo del Sáhara Occidental eligiera entre la independencia y la integración con Marruecos.

Casi treinta años después, ese referéndum sigue sin celebrarse. Primero fueron discrepancias sobre el censo de votantes saharauis y después un rechazo ya frontal de Marruecos a aceptar la consulta, con Rabat ofreciendo como única vía una propuesta de autonomía. Con el Polisario enrocado en la necesidad de un referéndum de autodeterminación y Marruecos cómodo con su control del territorio y su oferta de autonomía, los años han ido pasando sin que el Consejo de Seguridad haya actuado con decisión para tratar de romper el impasse.

Casi por inercia, las potencias del Consejo han ido extendiendo el mandato de la Minurso y manteniendo la cuestión en un segundo plano, al tiempo que modificaban poco a poco el lenguaje de sus resoluciones en una línea que, para muchos analistas, es cada vez más favorable a los intereses marroquíes.

En la más reciente, aprobada el pasado octubre, el Consejo reafirmaba su “compromiso de ayudar a las partes a alcanzar una solución política justa, duradera y aceptable para todas, basada en la avenencia, que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental”. La necesidad de un referéndum ha dejado ya de figurar en los textos, que insisten siempre a los dos bandos a negociar para buscar un arreglo.

En el seno del Consejo, Francia -una de las cinco potencias con derecho a veto- se ha destacado como la gran defensora de las tesis marroquíes, pero con una diplomacia más bien silenciosa y sin demasiados pronunciamientos públicos. Se trata de una estrategia generalizada, pues a diferencia de lo que ocurre con otros conflictos, el máximo órgano de decisión de la ONU opta habitualmente por abordar la cuestión del Sáhara a puerta cerrada, los países no hacen muchos esfuerzos por comunicar sus posturas y los mediadores de la organización evitan siempre que pueden hablar en público.

La tensión entre Rabat y el Polisario se ha reactivado recientemente, con movimientos coincidiendo con la renovación del mandato de la MINURSO como ocurre casi todos los años, pero que en esta ocasión han ido algo más allá, con el Polisario llegando a declarar la vuelta de la guerra y lanzando varios ataques, minimizados por Marruecos.

La ONU, mientras tanto, insiste en pedir calma y moderación a las partes y subraya que su postura sigue siendo la que figura en las resoluciones del Consejo de Seguridad. Así lo reiteró este jueves en respuesta al anuncio del Gobierno de Donald Trump, un movimiento que tomó a Naciones Unidas por sorpresa, que se enteró en Twitter de la nueva postura, según admitió la propia organización.

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