“No vuelas, pero eres mi superhéroe”. Fue una de las frases de admiración hacia Jiang Wenyang que se pudo leer en las redes sociales. Difícil conocerle por su nombre. Quizá sea más fácil hacerlo si le identificamos como el protagonista de una foto que se hizo viral en los últimos días. En ella, este médico chino, exhausto, aparece tumbado en una cama tras luchar de manera incansable contra el coronavirus en el hospital temporal de Wuchang: por fin, este centro de Wuhan había ganado la batalla contra la enfermedad.

Una fotografía inmortal

La imagen tiene mucha fuerza por el hecho de producirse en el epicentro de la pandemia que, ahora mismo, tiene en vilo al mundo. También porque su protagonista, más que un hombre, parece un maniquí. Alguien vacío, que ha dado todo lo que tenía dentro para salvar unas cuantas vidas humanas. Y que, tras conseguir el objetivo, parece haberse desinflado dentro de su traje y sus gafas protectoras.

Wenyang había dado por terminado el último turno de atención nocturna de su hospital. Al día siguiente de quedar inmortalizado para la posteridad, el centro finalizó su actividad: los 49 pacientes restantes obtuvieron el alta y Wuchang se convirtió en la última instalación médica temporal que cerró (llegaron a ser hasta 14) en Wuhan.

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#FotoDelDía La última noche en el último hospital improvisado de #Wuhan, el doctor Jiang Wenyang está acostado en la cama vacía, exhausto y aliviado. Mañana este último hospital improvisado estará cerrado para siempre. pic.twitter.com/5Kn6GixFZq

— Embajada de China en España (@ChinaEmbEsp) March 12, 2020

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Empieza a verse luz al final del túnel

Ya esta semana, y a los pocos días del comienzo del fin, la Comisión Nacional de Sanidad china vivió su primer día sin detectar ningún caso de contagio local de coronavirus en el país. Sí existen todavía infecciones importadas de otros países, pero más de 70.000 personas se han recuperado de la enfermedad en China desde diciembre, cuando se inició la epidemia. Una cifra muy considerable si se tiene en cuenta que se han superado los 80.000 contagios.

La gesta ha sido posible gracias al trabajo invisible de médicos como Jiang Wenyang. Él fue uno de los 868 profesionales sanitarios que trabajaron, durante más de 20 días, en el hospital temporal de Wuchang. Las expectativas a la hora de dar cumplimiento a su función quedaron más que superadas: no se registró ni una sola muerte allí.

A pesar de que el sol empieza a salir poco a poco en China, nadie quiere bajar la guardia de antemano en la batalla contra el coronavirus. Wuhan (11 millones de habitantes) sigue en cuarentena, con un control exhaustivo de la población también en el resto de grandes ciudades chinas. Eso sí, se quiere empezar a recuperar la normalidad, aunque a paso lento: algunos comercios y museos, como el de Shanghái, ya han reabierto.

Lo que todavía no se permite es la celebración de actos públicos en los que pueden concentrarse grandes multitudes. Sí, el pico de transmisiones parece haber llegado a su fin y el número de casos va en descenso, pero los contagios importados aún son un quebradero de cabeza.

De hecho, todos los viajeros extranjeros tendrán que estar en cuarentena durante 14 días en hoteles designados por las autoridades chinas. Sólo los menores de 14 años, los mayores de 70, las embarazadas o quienes padezcan patologías que desaconsejen el confinamiento podrán aislarse en casa.

Además, hará falta un permiso especial (si se va a viajar) para poder pasar el aislamiento en el hogar propio. Aunque todavía haya mucho por hacer, el consuelo es esperanzador: la lucha de Jiang Wenyang y otros tantos sanitarios ha hecho posible que el monstruo del coronavirus, aunque aún se muestre fuerte y peligroso, parezca más batible que nunca, hasta ahora, en tierras chinas.