Pedro Sánchez vuelve a elegir la Casa de América para su particular apertura del curso político. En esta ocasión, también, bajo el título España puede. Con su remodelado Gobierno convocado a la cita, además de invitaciones expedidas a un centenar de empresarios, agentes sociales, y a representantes de la sociedad civil, el presidente del Gobierno busca este 1 de septiembre una sonada puesta de largo de su estrategia que pasa por vender optimismo ante la “nueva etapa” volcada en la recuperación económica.

Sánchez quiere poner ahí el foco y no en la crisis de Cataluña, una cuestión, con la mesa de diálogo en el horizonte, que viene lastrando sus expectativas electorales después de otorgar los indultos a los líderes del “procés”. Para alcanzar sus objetivos, el jefe del Ejecutivo cuenta con los fondos europeos como baza que además deberían allanarle unos Presupuestos Generales del Estado que aún debe garantizarse y cuya plasmación promete llegar cargada de concesiones a sus costaleros, empezando por su socio en el Gabinete, Unidas Podemos.

Aquello de lavar los trapos sucios en casa está lejos de ser cosa de los morados que intentan imponer sus criterios y aireando desencuentros existentes en el seno del Consejo de Ministros, ya sea con la promesa de Pedro Sánchez de una tregua fiscal, el alcance de la subida del Salario Mínimo Interprofesional o de la derogación de la reforma laboral, además de la aprobación de una ley de vivienda que sigue poniendo a prueba el juego de equilibrios en la coalición.

Las diferencias entre socios se han desbocado a lo largo del último mes con la subida de la luz. El reiterado amago de Podemos de impulsar manifestaciones contra el propio Gobierno del que forman parte ha sido atribuido desde el ala del PSOE a la sed de visibilidad de los morados. Un movimiento táctico, a ojos socialistas, de escaso recorrido, aun cuando existe desasosiego interno por el desgaste entre la ciudadanía de unos precios que encadenan récords.

El Gobierno, que ha decidido autodenominarse adalid de una “recuperación justa”, solamente transmite impotencia en esta materia y, de hecho, ha fracasado en sus intentos de desactivar el frente de la Oposición encabezada por el PP. El discurso de Sánchez, tan dado él a descargar responsabilidades en los demás, encerrará seguramente alguna presión a Pablo Casado para tratar de arrastrarlo a la renovación de órganos constitucionales como el Consejo General del Poder Judicial.