El Congreso va a resolver los cambios del Sí es Sí en apenas cuatro días. Este lunes, crea la ponencia; mañana, aprueba el dictamen y, el jueves, aval del Pleno para ceder el turno al Senado que avalará la reforma la próxima semana. El núcleo duro del PSOE baraja ahora aceptar algunas enmiendas del PP a cambio de su apoyo, imprescindible para sacar adelante la modificación de la ley estrella de Irene Montero.

Los socialistas se han cuidado de dar un portazo a los populares, como sí hicieron con Unidas Podemos. Y es que podrían incluir “mejoras técnicas” a su texto del principal partido de la oposición que registró catorce enmiendas de cara a la discusión en el seno de la Comisión de Justicia. La incorporación de la responsabilidad de la persona jurídica en los casos de trato degradante o acoso laboral, además de lo relativo a la distribución de imágenes sobre agresiones sexuales entre menores, han sido valorados como “asumibles” por el PSOE. Sin más concesiones para preservar el grueso de la reforma. La clave va a estar en ese tira y afloja.

El desgaste provocado por la ley ha empujado a Pedro Sánchez en las últimas horas a pedir perdón a las víctimas siete meses después de la entrada en vigor de la norma, con un millar de reducciones de penas de agresores sexuales y más de un centenar de puestas en libertad a sus espaldas. El equipo presidencial solo busca cerrar este capítulo y, según aseveran, les “preocupa cero” que la ministra de Igualdad, Irene Montero, intervenga en el Hemiciclo este próximo jueves en contra de modificar su proyecto estrella, toda vez los socialistas han asumido que “Irene es más pablista que Pablo [Iglesias]” en recrudecer la confrontación con ellos.

La Moncloa tira de un trazo suficientemente grueso como para considerar amortizada la erosión en sus expectativas, a pesar de evidenciar prisas por escapar de este debate. La fractura en el Gabinete carece de marcha atrás. Ahora, el entorno de Sánchez rememora que Montero y Ione Belarra ya les amenazaron con dejar el Gabinete en diciembre, en el punto álgido de la crisis del Sí es Sí, pero abandonaron la idea al constatar su soledad. Yolanda Díaz no les siguió.